El gobierno talibán de Afganistán prohibió que las mujeres visiten un popular parque nacional del país, en una nueva medida que restringe los derechos de circulación de la población femenina. Según el ministro de la Prevención del Vicio y la Propagación de la Virtud, Mohammad Khaled Hanafi, la polémica decisión fue adoptada porque muchas de las mujeres que visitan el parque nacional Band-e Amir no usan de forma correcta el hiyab, el velo islámico de uso obligatorio para las mujeres afganas.
Lluvia de críticas
Band-e Amir, en la céntrica provincia de Bamiyán, es una conocida atracción turística que fue declarada en 2009 como el primer parque nacional del país, caracterizada por la existencia de sus seis grandes lagos, acompañados de los famosos budas de la región. Las críticas internacionales llegaron, para empezar, de la mano del relator especial de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Richard Bennet, quien se declaró consternado por la medida.
«¿Me puede alguien explicar por qué hace falta esta restricción para cumplir con la ley y la cultura afganas?», protestó Bennet en su cuenta de X, antes Twitter. Por su parte la vocera local de la ONG Human Rights Watch, Fereshta Abbasi, señaló que esta prohibición entró en vigor precisamente durante el Día Internacional por la Igualdad de las Mujeres, en lo que supone «un acto de absoluta falta de respeto».
Heather Barr, directora de la División de Derechos de la Mujer de esa misma organización, dijo que los talibanes están arrebatando derechos esenciales de las mujeres. «Esta última orden de los talibanes que establece que las mujeres no vayan a Band-e-Amir es parte de un patrón en el que los talibanes están quitando paso a paso y rápidamente a las mujeres todo lo que necesitan para sus vidas», alertó Barr.
«Apartheid de género»
Esta llamativa prohibición constituye un nuevo atropello a los derechos de las mujeres desde que se retiraron las fuerzas occidentales del país luego de 20 años de guerra, y el movimiento islamista radical de los talibanes tomó el poder. La toma de Kabul causó el colapso del gobierno afgano apoyado por Occidente y la huida de sus autoridades al exilio, 20 años después de que la coalición encabezada por Estados Unidos derrocara a los talibanes luego de un primer paso por el poder entre 1996 y 2001.
Pese a prometer libertades los talibanes volvieron a aplicar una estricta interpretación del Islam que afecta especialmente a las mujeres, quienes, privadas de derechos básicos, viven ahora en lo que Naciones Unidas denomina un «apartheid de género».
Desde que los talibanes tomaron el poder de Afganistán en agosto de 2021, las mujeres fueron vetadas de la educación secundaria y universitaria, y de trabajar en la mayoría de los espacios públicos salvo algunas excepciones. Las autoridades dictaron restricciones que las obligan a salir a la calles con el rostro cubierto, la segregación por sexos o ir acompañadas en viajes largos de un miembro familiar masculino.
El miércoles pasado, un centenar de estudiantes jóvenes que recibieron becas de estudios para viajar a Emiratos Árabes Unidos y completar allí sus estudios universitarios fueron retenidas en el aeropuerto de Kabul. «Nuestra única esperanza era poder ir al extranjero», declaró Laila, de 22 años, que iba a empezar una licenciatura en derecho.
Jalaf Ahmad Al Habtoor explicó que cerca de cien mujeres recibieron becas en colaboración con la universidad de Dubai y que el personal del grupo Al Habtoor, que fundó y preside, trabajó durante meses para asegurarse que todo estaba listo para su llegada. «Las autoridades afganas impidieron su partida, sin ninguna justificación, reduciendo injustamente su libertad… Le pido a todas las partes afectadas que intervengan rápidamente para asistir y ayudar a estas estudiantes en dificultad», pidió Habtoor.
El hombre de negocios agregó que «tienen derecho a estudiar, tienen derecho de hacer todo lo que los hombres hacen y no se debe hacer ninguna excepción sobre esto». Junto a su denuncia en las redes sociales, Habtoor publicó un mensaje de voz de quien se supone es una de las estudiantes becadas, en el que se le escucha decir: «Ahora mismo estamos en el aeropuerto, pero desafortunadamente el gobierno no nos permite ir a Dubai, ni siquiera aquellas que tienen un Maharam (hombre guardián)».
El conglomerado «consiguió admisiones universitarias, alojamiento, transporte, seguro médico y una variedad de servicios integrales destinados a garantizar la máxima comodidad y seguridad para las estudiantes», pero «nuestras aspiraciones fueron aplastadas», indicó Habtoor. «Es muy difícil imaginar cuál será mi futuro sin educación», subrayó Laila, quien permaneció horas en el aeropuerto junto a las otras estudiantes, a la espera de una respuesta o de una solución.