El Parlamento iraní aprobó este miércoles una ley que endurece las sanciones contra
las mujeres que se nieguen a usar el velo islámico en público, a cuatro días del primer aniversario de la muerte de una joven detenida por llevarlo mal puesto.
La “Ley de Apoyo a la Cultura de la Castidad y el Hiyab” fue ratificada por una pequeña comisión judicial y cultural a puerta cerrada a mediados de agosto y los diputados votaron recientemente a favor de que se aplique por un periodo de prueba de tres años, informó la agencia Mizan. La moción fue aprobada con 152 votos a favor, 34 en contra y siete abstenciones del total de 201 diputados presentes.
El texto legislativo debe ser ahora ratificado por el Consejo de los Guardianes, un organismo compuesto por 12 miembros, seis juristas y seis clérigos, que revisa la legislación adoptada por el Parlamento y tiene capacidad de veto sobre las decisiones del hemiciclo.
Las sanciones
La ley establece castigos para las mujeres que aparezcan sin pañuelo en público como multas de hasta 2.000 dólares, penas de cárcel de cinco a diez años, la confiscación de automóviles y la prohibición de conducir, además de reducciones de salario, prestaciones laborales o la prohibición de acceder a servicios bancarios.
Las penas no afectan solo a las mujeres que no se cubran, sino que además se castigará a mujeres y niñas que muestren en espacios públicos o en las redes sociales «desnudez de alguna parte del cuerpo o lleven ropa fina o ajustada”. Prohíbe así el uso de pantalones rotos, mangas cortas o bermudas, entre otros, y establece el despido de trabajadores que incumplan estas normas.
A principios de septiembre, expertos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) describieron la ley como “una forma de apartheid de género, ya que las autoridades parecen gobernar a través de una discriminación sistemática con la intención de forzar a las mujeres y niñas a una
sumisión total».
El texto fue aprobado cuatro días después del primer aniversario de la muerte de Mahsa Amini, una kurda iraní de 22 años, tras haber sido detenida por la policía por vulnerar presuntamente el estricto código de vestimenta para las mujeres. Según las autoridades, la joven sufrió un paro cardíaco mientras estaba bajo custodia y, si bien fue llevada de inmediato a un hospital, falleció a los tres días. Su muerte provocó fuertes protestas, encabezadas en su mayoría por mujeres, que durante meses pidieron el fin de la República Islámica. Desde entonces, hubo más de 500 muertos por la represión y 22.000 detenidos.