Benjamin Netanyahu juró por sexta vez como primer ministro de Israel y por primera vez con formaciones de la extrema derecha supremacista judía como socios, aunque repite con los partidos ultraortodoxos, conformando el gobierno más derechista desde 1948, cuando se fundó el país. La Knesset (Parlamento) ratificó con 63 votos a favor sobre un total de 120 la formación del 37º Ejecutivo de Israel, encabezado por Netanyahu, líder del conservador Likud, quien juró el cargo seguido de la treintena de ministros que forman su gabinete, con solo cinco mujeres.
«Escucho los constantes lloriqueos de la oposición sobre el fin del país y la democracia. Perder las elecciones no es el fin de la democracia, sino su esencia», dijo Netanyahu, quien agregó que «en una democracia no nos subimos a las vallas del Capitolio ni a las vallas del Parlamento». Luego, «Bibi» admitió que no espera que los partidos opositores «aplaudan», pero sí que «respeten la decisión de los votantes y cesen su rebelión contra el gobierno electo».
El primer ministro más longevo de Israel se refirió así a las críticas surgidas en las últimas semanas sobre el programa del gobierno y las intenciones de sus nuevos socios de la extrema derecha, que incluye a políticos con discursos racistas y homófobos como Itamar Ben Gvir, que en el pasado fue condenado por incitación al racismo y apoyo a un grupo terrorista.
Polémicos acuerdos de coalición
Los acuerdos de coalición, negociados hasta último momento, fueron presentados este miércoles ante la Knesset e incluyen puntos polémicos como la anexión de Cisjordania ocupada, una reforma judicial que socava la independencia de la justicia, restaurar la pena de muerte para condenados por terrorismo, prohibir la bandera palestina o más financiación y poder para la comunidad judía ultraortodoxa en detrimento de otros grupos religiosos.
También figura en los pactos firmados por los seis partidos que integran la coalición la «cláusula de discriminación», que permite a cualquier negocio o profesional como médicos negarse a atender a alguien por motivos religiosos, lo que podría afectar al colectivo LGTBIQ+. Juristas, magistrados, diplomáticos, embajadores retirados e incluso representantes de empresas emergentes (startups) enviaron cartas abiertas en los últimos días alertando sobre el daño que las políticas de este gobierno pueden infringir sobre la salud democrática del país.
De hecho, cientos de israelíes protestaron este jueves en las inmediaciones del Parlamento contra este Ejecutivo que perciben como una amenaza a la democracia y a los derechos de las minorías. «Les entregamos un Estado en excelentes condiciones. Intenten no destruirlo, pronto estaremos de vuelta», apuntó en su intervención el primer ministro saliente y, desde hoy, líder de la oposición, el centrista Yair Lapid.
Netanyahu calmó los ánimos prometiendo gobernar para toda la diversidad de la sociedad israelí («judíos, árabes, religiosos y seculares») y destacó dos temas de política exterior como prioridades de su gobierno: contener la amenaza atómica iraní «para asegurarnos de que no nos destruye con su arma nuclear»; y «terminar definitivamente con el conflicto árabe-israelí» firmando nuevos acuerdos de paz con países árabes.
«Bibi», de 73 años, es el dirigente con más tiempo en el cargo de primer ministro de Israel, con quince años divididos en dos mandatos (1996-1999 y 2009-2021). Pero enfrentado a acusaciones judiciales por corrupción, fue apartado del poder en 2021 por una amplia coalición con políticos de izquierda, centristas y partidos árabes liderada por Naftali Bennett y Yair Lapid.