Desde Brasilia
Jair Bolsonaro no está libre de toda sospecha. Comienzan a tomar estado público las relaciones indirectas entre el presidente brasileño y George Washington de Oliveira Sousa, arrestado el sábado cuando se aprestaba a hacer estallar un camión bomba en el Aeropuerto de Brasilia con el propósito de sembrar el caos para justificar una intervención militar que impida la toma de posesión de Luiz Inácio Lula da Silva prevista para el próximo domingo.
Audiencia
Semanas antes del atentado fallido George Washington estuvo en el Congreso durante una audiencia en la que se sentó al lado y conversó con el diputado bolsonarista Gustavo Gayer, y detrás del también diputado Daniel Silveira, un expolicía muy cercano al presidente y sus hijos.
En la audiencia, convocada por el senador Eduardo Girao, otro oficialista, se atacó al Tribunal Superior Electoral, blanco predilecto del jefe de Estado. Hasta hoy el gobernante de ultraderecha sostiene que ese Tribunal urdió un fraude en favor de Lula cuya victoria aún no reconoció.
Las imágenes del encuentro en el Congreso describen una relación aparentemente de confianza de George Washington, ahora preso en la cárcel de máxima seguridad de Papuda, con bolsonaristas encumbrados.
No es un lobo solitario
Desde las usinas de desinformación ligadas al régimen – monitoreadas por el hijo presidencial Carlos Bolsonaro – fue lanzada una tormenta de posteos atribuyendo el plan de volar el aeropuerto a grupos de izquierda o se caracterizó a George Washington como un cuentapropista.
Esa hipótesis oficialista es falsa, rebatió el ministro de Justicia del gobierno entrante, Flavio Dino. «No estamos ante un lobo solitario, hay gente poderosa detrás de esto, no permitiremos el terrorismo político en Brasil». Para Dino es prioritario reconstruir la telaraña de complicidades en torno al atentado que no fue. De lo contrario esa organización sediciosa no dejará de operar pudiendo amenazar la estabilidad de la gestión de Lula.
Una de las madejas a ser desatadas es la que vincula a los políticos y militares bolsonaristas con los el activismo del cual el empresario George Washington es un ejemplo. En su declaración ante la policía el imputado admitió haber contado con la complicidad de Alan Diego Rodrigues Santos, junto a quien estuvo en el campamento montado frente al Cuartel General del Ejército en la zona oeste de Brasilia.
El presunto coautor del plan para matar a decenas o cientos de personas en el aeropuerto permanece prófugo y al igual que George Washington estuvo entre los invitados de la audiencia del 30 de noviembre en el Parlamento donde se dio cita parte establishment bolsonarista.
De acuerdo con la policía los extremistas reunidos frente al Ejército también recibieron clases de tiradores de elite, los snipers. Desde el gobierno de transición de Lula se solicitó este martes a la Corte que se prohíba el porte de armas en Brasilia desde el viernes al lunes próximos.
El silencio de Bolsonaro
Cuatro dias después de la prisión del acusado de terrorismo George Washington, Bolsonaro no pronunció una palabra de repudio, expresando así un aval implícito a la acción que será juzgada en un tribunal de primera instancia, la misma a donde serán tramitadas otras causas contra el presidente que a partir de enero perderá sus fueros.
Bolsonaro tampoco ordenó a sus subalternos de la comandancia del Ejército que sea levantada la romería de ultras que permanece frente al Cuartel General a unos cinco kilómetros del Palacio del Planalto, donde Lula asumirá dentro cinco días.
El gobernador de Brasilia, Ibanés Rocha, declaró este martes que los acantonados pueden dejar en en breve las carpas montadas allí desde la noche del 30 de octubre, cuando el Tribunal Electoral confirmó el triunfo del líder del Partido de los Trabajadores. Según Rocha el comandante de la Región Militar del Planalto, general Gustavo Duta , le habría prometido a «agilizar» la salida de los insurgentes.
La necesidad de que acabar con la vigilia golpista, por ser una amenaza a los festejos del próximo domingo, también fue discutida este martes por el designado ministro de Defensa, José Mucio y el saliente titular de esa cartera, el general Paulo Sergio Oliveira.
Habrá festejos
El entrante ministro de Justicia, Flavio Dino, ratificó este martes que están confirmados los actos del 1 de enero cuando Lula asuma por tercera vez la Jefatura de Estado. Dino afirmó que «no serán pequeños grupos extremistas quienes van a arrinconar a las instituciones de la democracia brasileña. ( Esas agrupaciones radicales) no tienen espacio en nuestro Brasil».
Según trascendió este martes en la prensa, es posible que Lula no utilice el Rolls Royce descapotable, presente de la corona británica, para realizar el tradicional cortejo en la avenida principal antes de prestar juramento ante el Parlamento. El antiguo vehículo puede ser reemplazado por un automóvil moderno y blindado a bordo del cual el presidente entrante saludará a los miles de simpatizantes y militantes que deben llegar de todo el país. También por razones de seguridad Lula no se instalará en la residencia oficial, el Palacio de Alvorada, ante la sospecha de que el mandatario saliente haya instalado sistemas de captación de audio.
Aeropuerto vigilado
Mientras tanto agentes de la Policía Militar de Brasilia y efectivos de la Policía Federal reforzaron el sistema de controles en el Aeropuerto Internacional de Brasilia. Por su parte la empresa que administra la aeroestación informó que 1.050 vuelos con 150 mil pasajeros desembarcarán y partirán de la Capital Federal entre el 30 de diciembre y el 2 de enero, un flujo superior al normal, debido a los viajeros que pretenden ser parte de la celebración de la recuperación democrática.
Coincidiendo con esta suba del flujo de viajeros brasileños, arribarán a la Capital unos treinta jefes de Estado y gobierno, que aterrizarán en la Base Brasilia, bajo jurisdicción militar. Según informó hoy el portal UOL, hay preocupación en algunos diplomáticos europeos establecidos en Brasilia luego de lo ocurrido el sábado y ante el radicalismo de las milicias bolsonaristas.