Los líderes de la OTAN se reúnen este martes y miércoles en Vilna –capital de Lituania– con la guerra en Ucrania como telón de fondo y otras tensiones diplomáticas, como la eventual entrada de Suecia en esa alianza atlántica, para la cual Turquía dio finalmente el visto bueno.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, estará presente en la cumbre intentando presionar para que su país también sea admitido en la OTAN después de que finalice el conflicto con Rusia. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, llegó este lunes a Lituania en un vuelo desde Londres, donde se reunió con el primer ministro, Rishi Sunak, y el rey Carlos III.
Luz verde de Erdogan
Turquía confirmó este lunes que retira el rechazo que mantenía hasta ahora sobre la entrada de Suecia en la OTAN. El secretario general de la alianza atlántica, Jens Stoltenberg, anunció en una rueda de prensa que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, decidió levantar el veto luego de un encuentro con el primer ministro sueco, Ulf Kristersson, en el que era el último intento de cerrar un acuerdo político para desbloquear la adhesión de Estocolmo a esa organización militar.
«Es un paso histórico que beneficia a la seguridad de todos en este momento», aseguró Stoltenberg, quien agregó que en la reunión, Erdogan accedió a presentar el protocolo del ingreso sueco lo más pronto posible al Parlamento turco para su ratificación. Aunque Suecia había reformado su legislación antiterrorista y Erdogan había dicho que esos eran pasos en la dirección correcta, la objeción turca no había cesado y las últimas declaraciones no hacían esperar que las negociaciones se destrabaran.
«Abran primero la vía a la adhesión de Turquía a la Unión Europea y después abriremos la vía a Suecia, como abrimos la vía a Finlandia», dijo Erdogan este lunes antes de llegar a Vilna. Las declaraciones del líder turco generaron malestar: el canciller alemán Olaf Scholz dijo en Berlín que las dos cuestiones no estaban relacionadas entre sí y por consiguiente no debían vincularse.
La situación de Ucrania
Los jefes de Estado y de gobierno de la OTAN empezaron este lunes a llegar a Vilna para participar en una cumbre decisiva para el futuro de la alianza y que se desarrollará en medio de grandes medidas de seguridad. El emplazamiento de la cumbre, la ciudad de Vilna, tiene un gran contenido simbólico por estar a 35 kilómetros de Bielorrusia, aliado de Rusia en la guerra contra Ucrania. A la reunión asistirán los 31 jefes de Estado de la alianza y líderes invitados como el primer ministro sueco y el presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski.
La cumbre de la OTAN tendrá como asunto central la relación de la alianza militar transatlántica con Ucrania, país que pide con insistencia garantías de seguridad y futura adhesión. Pero todo parece indicar que seguirá habiendo un gran obstáculo para las aspiraciones ucranianas: el requisito del llamado Plan de Acción para la Adhesión, el cual establece condiciones que Ucrania no puede cumplir. La más importante: no tener ningún conflicto limítrofe.
Los aliados «están dispuestos» a eliminar esta exigencia para la adhesión de la candidatura de Ucrania, dijo un funcionario occidental de la alianza que pidió el anonimato. Este plan «es sólo una de las etapas del proceso de adhesión en la OTAN. Incluso si se elimina, Ucrania deberá realizar otras reformas antes de integrar la alianza», precisó el funcionario.
El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, declaró en su último discurso a la nación que Ucrania necesita «una señal clara» de que será admitida como Estado miembro cuando termine la guerra. «Todo el mundo lo entiende. Cada líder, cada Estado. Aunque haya posturas diferentes, es evidente que Ucrania merece estar en la alianza«, aseguró.
De todas formas, el ingreso a corto plazo parece descartado. EE.UU. y Alemania insisten en una promesa imprecisa sobre la futura adhesión de Ucrania, sin determinar un calendario. «No creo que esté lista para formar parte de la OTAN», afirmó el presidente Joe Biden, agregando que tampoco había unanimidad entre los aliados sobre la integración de Ucrania «en medio de una guerra».
El gobierno ruso considera que el ingreso de Kiev en la alianza sería «muy negativo» para la seguridad en Europa. Para contrarrestar esta posición y mostrar su apoyo, varios pesos pesados de la OTAN negocian posibles compromisos para suministrar armas a largo plazo a Kiev, mientras la contraofensiva ucraniana avanza lentamente.
Las bombas de racimo
Desde el inicio de la invasión rusa a Ucrania, el país recibió decenas de miles de millones de dólares en equipamiento militar. EE.UU. prometió el viernes el envío de las polémicas bombas de racimo, prohibidas en muchos países porque matan indiscriminadamente al dispersar pequeñas cargas explosivas que pueden causar numerosas víctimas colaterales.
Biden reconoció que fue una decisión «difícil» y se reunió este lunes en Londres con el primer ministro británico, Rishi Sunak, quien instó este fin de semana a no utilizar este tipo de bombas. China advirtió de los «problemas humanitarios» que pueden causar estas municiones y Rusia denunció el envío tachándolo de «muestra de debilidad».
Biden reafirmó el lunes la «sólida» relación entre EE.UU. y el Reino Unido durante una escala diplomática en Londres. «Tenemos mucho de qué hablar. Creo que lo estamos haciendo bien. Avanzamos de forma positiva. Pero nuestra relación es sólida como una roca«, afirmó antes de trasladarse al Castillo de Windsor a encontrarse con el rey Carlos III. El monarca lo recibió en el exterior del centenario castillo y asistieron a la ceremonia de la guardia real de honor.