Grecia vuelve a las urnas el domingo para unas elecciones legislativas en las que la derecha del ex primer ministro Kyriakos Mitsotakis espera obtener los escaños que le faltaron el mes pasado para alcanzar la mayoría absoluta.
El líder de los conservadores de Nueva Democracia (ND), que aspira a un segundo mandato, obtuvo una amplia victoria el 21 de mayo con el 40,8% de los votos, el doble de su principal adversario, la izquierda de Syriza de Alexis Tsipras. Sin embargo, este resultado, calificado de «terremoto político», sólo le aseguró 146 de los 300 escaños de la cámara, seis menos de los que le permitirían formar gobierno sin necesidad de alianzas.
El panorama electoral
Para esta segunda cita, las miradas vuelven a estar puestas en los indecisos -que rondan el 8%- y en el nivel de participación -después de que en mayo éste se situase cerca del 61%-, si bien el principal factor de desequilibrio puede estar en la cantidad de partidos que logren entrar en el Parlamento. En la última votación cinco formaciones superaron el umbral del 3%, pero las encuestas prevén ahora que la cifra puede aumentar incluso a ocho, lo que no sólo fragmentará la composición del Parlamento sino que obligará a repartir entre más partidos el mismo pastel.
En estos últimos meses, Tsipras insistió en trabajar para que Grecia no tenga a los mandos un gabinete «todopoderoso» de Nueva Democracia, un «régimen que no rinda cuentas», como llegó a decir el domingo en una entrevista televisada. Oficialmente, Tsipras se esforzó en aclarar que no tira la toalla, aunque en las elecciones de mayo su porcentaje de voto cayó más de diez puntos con respecto a las elecciones de 2019. «No hay nada definitivo hasta que la ciudadanía lo haya decidido con sus votos», señaló, apostando por una sorpresa que, en el mejor de los casos, implicaría para SYRIZA encabezar una coalición progresista junto al Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK), tercero en los últimos comicios y otrora partido de referencia en la esfera de la izquierda política en Grecia.
El líder del PASOK, Nikos Androulakis, a quien Mitsotakis llegó a describir como «un Tsipras con corbata», descartó cualquier posible coalición con Nueva Democracia y teme igualmente un Ejecutivo «omnipotente», porque anticipa que significaría un abuso de poder en la próxima legislatura. Ya en la anterior una de las principales polémicas en las que se vio envuelto el Gobierno fue un escándalo de espionaje a líderes políticos y periodistas, entre ellos Androulakis.
Fase de interinidad
La repetición electoral mantiene desde mayo a Grecia con un Gobierno interino, dirigido por el expresidente del Tribunal de Cuentas, Ioannis Sharma, y de marcado carácter tecnócrata. Así lo estipula la Constitución, en virtud de la cual corresponde a la presidenta, Katerina Sakellaropoulou, encabezar la ronda de consultas una vez se proclamen los resultados de las elecciones del domingo.
De esta forma, Sakellaropoulou tiene tres intentos para encargar la formación de Gobierno, empezando por el líder del partido más votado. En mayo, este proceso se solventó de manera rápida, debido a que tanto Mitsotakis como sus dos principales rivales asumieron en tiempo récord su incapacidad para conformar una coalición y apostaron por acudir cuanto antes de nuevo a las urnas.
Los temas de interés apenas cambiaron en estos dos meses, en un país que durante años vivió presa de un rescate financiero del que no terminó de pasar página del todo hasta el año pasado. La economía y el paro, que ronda el 12%, siguen siendo una cuestión de primer orden entre las preocupaciones del griego de a pie. Más lejano parecen ahora los ecos políticos del accidente ferroviario de hace unos meses, que se cobró más de medio centenar de vidas en el norte del país, mientras que en cambio volvió al primer plano el debate sobre temas migratorios, después de que cientos de personas perdiesen la vida por el naufragio de un pesquero la semana pasada.