El Tribunal de Apelaciones de Caltanissetta, en Sicilia, confirmó la condena a cadena perpetua del mafioso Matteo Messina Denaro, capo de la Cosa Nostra, en coincidencia con el aniversario de los atentados que mataron en 1992 a los jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino.
En 2020, un tribunal de lo penal ya sentenció al criminal por ser uno de los responsables e instigadores de una serie de atentados en Florencia, Roma y Milán, que mataron a diez personas e hirieron a otras 40 en 1993, conmocionando al país europeo. A Messina Denaro se le atribuye la organización de esa matanza y de la masacre de Capaci, organizada el 23 de mayo de 1992 y en la que murieron el magistrado antimafia Giovanni Falcone, su esposa y tres agentes por la explosión de una bomba en una autopista siciliana. Durante la audiencia, el capo mafioso renunció a conectarse por videoconferencia desde prisión, según informó la prensa local.
El fallo original del tribunal siciliano reconocía el papel del capo en la estrategia de los atentados de Cosa Nostra para presionar al Estado y probaba su colaboración con los mafiosos Riina y Bernardo Provenzano. Durante el juicio, que comenzó en 2017, se escucharon a decenas de colaboradores de la justicia que reconstruyeron los meses previos a los atentados. Según esas declaraciones, las reuniones se realizaron a finales de 1991 para organizar las masacres. Como parte de esta espiral de terror impulsada por la Cosa Nostra, la organización también asesinó ese mismo año a Vincenzo Milazzo, jefe mafioso de la familia Alcamo, y a su compañera Antonella Bonomo, e intentó matar en 1993 al periodista Maurizio Costanzo.
Hasta su detención en enero, Messina Denaro estuvo prófugo por más de tres décadas, siendo el criminal más buscado de Italia. Su captura sucedió cuando acudía a una clínica sanitaria privada en Palermo para recibir tratamiento médico por un cáncer de colon. Luego de esto se descubrió que había permanecido escondido los últimos años en Campobello di Mazzara, cerca de su pueblo natal, Castelvetrano, en la isla de Sicilia. El capo mafioso pudo llevar una vida normal gracias a una red de colaboradores y a una identidad falsa. Se lo considera el último gran jefe de la Cosa Nostra, pero también estuvo vinculado en el negocio de la cocaína con la organización criminal ‘Ndrangheta, que actúa predominantemente en Calabria.