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La guerra de las palabras

Un intelectual francés, Emmanuel Todd, publica un libro con el título “La tercera guerra mundial ha comenzado”. Seguramente debe vender mucho, con ese título, como vendieron sus libros anteriores.

Quien publicara un libro con el título “Ha llegado el fin del mundo”, seguramente vendería tanto o más. Pero el título compromete al autor con lo que promete.

En el caso de Todd -solo he leído una entrevista con él sobre el libro- la promesa, como era de esperar, falla, tan ambiciosa es. Siendo europeo, debería tener como referencia las dos guerras. Si bien elimina el carácter militar -sin el cual no habrían existido las dos-, parte de enfrentamientos bélicos realmente existentes, como la guerra de Ucrania.

Abuso

El uso de la guerra mundial es absolutamente abusivo, no es sostenible, acaba funcionando como un recurso demagógico, publicitario. Podemos preguntarnos: ¿Estamos en una guerra mundial? ¿Qué significaría estar en una guerra mundial?

El enfrentamiento entre los dos bloques que, obviamente, sirven de referencia para Todd, son el occidental, liderado por Estados Unidos y el oriental, liderado por Rusia y China. ¿Podemos decir que actualmente se encuentran en una situación de guerra?

Si estuviéramos en una guerra mundial, estaríamos a punto de destruir el mundo. Porque los dos bloques tienen condiciones para destruir del otro. Situación existente desde que la URSS descubrió la bomba atómica y produjo la condición de equilibrio, característica de la guerra fría.

Si estuviéramos en una guerra mundial, estaríamos viendo, todos los días, las escenas de destrucción y bombardeo, con el número correspondiente de muertos y heridos, con hospitales superpoblados, con ambulancias circulando por todas las ciudades. Un escenario que puede estar teniendo lugar en Ucrania y quizás en una ciudad de Rusia, pero no en cualquier ciudad de Estados Unidos o de China.

Juego de palabras

No se bromea, no se especula con la idea de una tercera guerra mundial, con la tranquilidad de un intelectual que escribe en el centro de Europa, que sabe muy bien lo que fueron las dos guerras mundiales y la destrucción que produjeron y que permanecerán en la memoria de toda la población europea.

No se juega con las palabras y menos con la idea de una tercera guerra mundial. Es uno de los problemas de cierta intelectualidad europea, especialmente la francesa.

No se pasa mágicamente de la palabra guerra, de la guerra de las palabras a la guerra realmente existente. Este uso banal de la palabra guerra, que utiliza a los lectores como instrumentos del narcisismo intelectual de quienes aman todo lo que escriben.

La guerra es algo demasiado serio para dejarlo en manos de los intelectuales.

Ni siquiera en un ejercicio de imaginación sería posible asumir esta situación. Es un ejercicio libre del pensamiento, ¿para qué sirve? Incitar al pánico, promover el catastrofismo. ¿A qué fin?

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