Página/12 en Italia
Desde Roma
Los ataques, insultos y amenazas a través de las redes sociales se han multiplicado durante la pandemia, no sólo hacia políticos o gente común. También hacia personajes que han dejado una marca en la historia italiana, como la senadora vitalicia Liliana Segre, 92 años, una de las pocas judías que se salvó de morir en los campo de concentración nazi después de haber pasado por varios como Auschwitz-Birkenau en Polonia y Revensbruck en Alemania.
La senadora, que aguanta desde hace mucho tiempo críticas y ataques antijudíos de todo tipo, esta semana decidió denunciar oficialmente a 24 de sus atacantes, incluso a un famoso chef italiano -al que la prensa califica de ultraizquierdista-, Gabriele Rubini. Conocido como “Chef Rubio”, éste la acusa de defender siempre al Estado –que él define como nazi-israelí– y nunca criticarlo por sus terribles acciones en Palestina.
“Por mucho tiempo elegí el silencio. Ahora los denuncio”, declaró la senadora que a través de su abogado, Vincenzo Saponara, presentó una denuncia oficial en la Sección de Investigaciones Informáticas de la Oficina Operativa-Nucleo Investigativo de los carabineros en Milán contra 24 presuntos culpables que deberán todavía ser identificados. Según el abogado, en los últimos meses le han enviado mensajes de “odio y difamatorios en las redes sociales y por email, a menudo antisemitas y conteniendo augurios de muerte”.
Entre los que acusan y amenazan a la senadora, hay también exponentes de grupos de derecha, ambientalistas y miembros del movimiento “No Vacs”. Este grupo que dice “no a las vacunas”, sobresalió durante la pandemia, oponiéndose a las vacunaciones anticovid. La senadora Segre fue una de las que más impulsó las campañas de vacunación del Ministerio de la Salud en todo el país.
Le hacen la “guerra” a Segre, también los grupos filo-Putin –simpatizantes del presidente ruso– desde que comenzó la guerra en Ucrania, dado que Segre siempre defendió a Ucrania.
Segre vive desde hace tres años bajo protección policial a causa de las amenazas recibidas, que se han hecho cada vez más agresivas e invasivas en su vida privada.
Sobrevivir en Auschwitz
Entre los que odian a Segre están los que no le perdonan haber dedicado su vida a ser testimonio de los horrores de las leyes raciales de la que ella fue víctima, surgidas en tiempos de Hitler y Mussolini.
Nacida en Milán (norte de Italia) en una familia judía, Liliana Segre creció con su padre Giuseppe Segre y sus abuelos, porque su mamá, Lucia Foligno, murió cuando ella tenía menos de un año.
Aunque su familia era laica, Liliana tomó consciencia de lo que significaba ser judío cuando fue expulsada de la escuela que frecuentaba en 1938. Y después, pese a que su padre intentó salvarla en casa de amigos y con documentos falsos, ambos fueron arrestados cuando intentaban escapar a Suiza. Ella tenía 13 años.
El 30 de enero de 1944 fue deportada al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau y allí se separó del padre, al que no vio nunca más. También sus abuelos fueron arrestados y asesinados en las cámaras de gas de Auschwitz en 1944.
Desde Auschwitz, Segre fue trasladada al campo de Malchov, un lugar especial de mujeres que trabajaban dentro del campo de concentración de Ravensbruck, esta vez en Alemania. Fue obligada a trabajos forzados, entre ellos en una fábrica de municiones.
Segre fue liberada junto a pocas sobrevivientes, el 1 de mayo de 1945 por la Armada Roja rusa que había entrado ya a territorios alemanes.
Volvió a Italia y en 1948 conoció al que sería su marido, Alfredo Belli Pacci, un abogado católico que también había pasado por un campo de concentración por oponerse al fascismo. Tuvieron tres hijos.
Senadora de por vida
El 19 de enero de 2018, el año que se conmemoraba el 80 aniversario de las leyes raciales fascistas, el presidente de Italia, Sergio Mattarella, nombró a Segre “senadora de por vida” o senadora vitalicia, un cargo que se concede a personas que se han distinguido en la historia italiana.
Otra mujer de origen judío y Premio Nobel de Medicina en 1986, Rita Levi Montalcini, había recibido la misma distinción en 2001.
Las llamadas Leyes Raciales fueron un duro golpe para la población judía de Italia pero también contra muchos de los extranjeros, porque los fascistas los consideraban como no pertenecientes a la “raza aria” que ellos querían preservar. Entre otras cosas prohibían los matrimonios de ciudadanos italianos de “raza aria” con otras “razas”. Otros países de Europa estaban viviendo momentos similares, como Alemania, Rumania, Hungría y Polonia.
También se impusieron leyes que separaban a los judíos del resto de la población, tanto a nivel laboral como educativo entre estudiantes y docentes. Se hizo además el primer censo para saber con cuantos judíos contaba la sociedad, tanto italianos como extranjeros y a muchos les fue retirada la ciudadanía italiana.
También estaba prohibido tener empleados judíos en las casas de familia, en los bancos o compañías de seguros y otros negocios. Los judíos tampoco podían ejercer profesiones como escribanos o periodistas.
Entre las primeras medidas que la senadora Segre impulsó en el Parlamento italiano estuvo la creación de una Comisión Extraordinaria para contrastar la intolerancia, el racismo, el antisemitismo y la instigación al odio y la violencia, que fue aprobada por el Parlamento italiano. Desde el 14 de abril de 2021 esa comisión es presidida por Segre.