Desde Surrey, Reino Unido
La audiencia con el califa Hazrat Mirza Masrur Ahmad, de 72 años, tuvo lugar en su oficina después de que el test rápido de covid diera negativo. El líder espiritual de la Comunidad Musulmana Ahmadía tiene su despacho, su casa y una mezquita en un predio conocido como Islamabad, en Surrey, en las afueras de Londres. No es casual: esta comunidad denuncia ser perseguida en Pakistán. Los ahmadíes siguen el Corán y al mismo profeta Mahoma, pero se diferencian de la mayoría de musulmanes en que éstos aún esperan la llegada del mesías prometido. En cambio, para este grupo religioso Ghulam Ahmad es su mesías.
A fines de julio, Masrur Ahmad lideró la oración en los tres días de foro anual «Jalsa Salana» que convocó a 41 mil fieles, a 50 kilómetros de la capital británica. Ya de regreso a su residencia, recibió a PáginaI12 en su oficina, sentado detrás de su escritorio.
– ¿Usted apoya la misión de paz del Papa Francisco con la guerra en Ucrania? ¿Cómo cree que se puede alcanzar la paz?
– Si se quiere conseguir la paz, como en cualquier otro país, lo importante es tener sentido común. Si no existe la sensatez y se decide acabar con la paz de la sociedad, del mundo y del país, entonces no hay nada que hacer. Tanto Rusia como Ucrania son responsables, a pesar de que Rusia atacó a Ucrania primero. Ellos iniciaron la guerra, pero ahora ambos lados están siendo muy obstinados al respecto. No quieren sentarse…
– A negociar.
– Sí, hablar sobre el tema y resolver el asunto. Ahora la OTAN lo ha convertido en una cuestión de prestigio y Rusia también. Putin cumple un rol fundamental. A menos que ambas partes entren en razón, no creo que se logre establecer la paz en su país o en la región. En lo que refiere al Papa, a pesar de que está haciendo lo posible para restablecer la paz, no creo que ninguna de las partes lo escuchen. Él tiene el poder, al menos la autoridad. Puede hacer todo lo posible, pero no mucho más. Nosotros podemos sólo rezar.
– Pero, ¿usted apoya al Papa?
-El Papa ha hecho todo lo posible, cierto, siempre y cuando la gente esté dispuesta a escucharlo.
– ¿Usted piensa que los dirigentes no están preparados para escucharlo?
– Siempre y cuando estén dispuestas ambas partes, Ucrania y Rusia. Pero no considero que ninguno de los dos responderá bien a su palabra.
– En Dinamarca y Suecia recientemente hubo manifestaciones en las que se quemaron ejemplares del Corán que provocaron la reacción de varios países musulmanes a las profanaciones públicas de su libro sagrado. ¿Cómo cree que se puede establecer un equilibrio entre la libertad de expresión y el discurso de odio?
– A pesar de que aceptamos que debe existir la libertad de expresión, de culto, también deben existir algunos límites. Las potencias occidentales tienen un doble estándar. Afirman que todos son libres, pero si así lo fuese, ¿por qué no se puede hablar de antisemitismo? Si alguien habla en contra de los judíos, habría indignación humana y simplemente lo castigarían. Pero si se trata de un problema de otra religión, entonces sí dicen que existe la libertad de culto. Por eso pienso que debe haber algún límite.
Ayer vino aquí un profesor estadounidense. Charlamos y me dijo que deberían existir límites. Debe haber libertad de expresión, libertad de culto y de cualquier otra cosa, pero siempre que haya limitaciones. Si se traspasa el umbral de esa libertad, entonces se destruye la paz de la sociedad.
Un musulmán anunció que iba a quemar la Torá frente a la iglesia, pero después señaló que sólo quería hacerse entender que eso no era correcto. Dijo que su intención no era quemar la Torá, sino demostrar que eso lastimaría los sentimientos de los judíos y de los cristianos, o de aquellos que tienen un espíritu religioso.
Entonces, cuando se lastiman los sentimientos de otros, no se puede establecer la paz. Cada vez que se intenta acabar con la paz, eso impacta de manera negativa en la sociedad. Si la sociedad no vive en armonía, en paz y con amor, entonces no vale la pena tener este tipo de libertad.
– ¿Entonces, según usted, debería existir algún tipo de legislación desde cada país?
– Creo que debe existir la libertad, siempre y cuando no se lastimen los sentimientos de otros. Cuando se instauró la democracia por primera vez aquí en el Occidente, se pensaba que uno tenía libertad absoluta. Una vez una persona agitaba su palo en un espacio público y tocó así la nariz de otra persona. Cuando se presentó este caso ante la corte, la persona denunciada se defendió que había libertad y que la ley nos habilitaba a hacer cualquier cosa. Pero el juez contestó que, en realidad, tu derecho a la libertad de hacer lo que quieras termina donde empieza la nariz de otra persona. Debemos tomar una lección de eso. Por ellos debe haber un límite. Si se lastiman los sentimientos de otros, eso implica que se acabará con la paz. Y si la paz de la sociedad acaba, entonces la libertad no sirve de nada.
– ¿La islamofobia ha aumentado en Europa?
– Hay altibajos. En algunos lugares considero que está creciendo y en otros no. Si hubiera estado creciendo, entonces los ultraderechistas no hubiesen perdido su lugar en el parlamento, como ocurrió recientemente en España. A pesar de que tengan su presencia, no están teniendo tanta popularidad como en el pasado. No hubo un gran cambio. Por otro lado, nosotros estamos haciendo todo lo posible para disminuir la islamofobia.