El presidente Vladimir Putin declaró este viernes que Rusia empezará a desplegar ojivas nucleares en Bielorrusia en el mes de julio. Lo dijo contradiciendo a su homólogo y aliado bielorruso Alexander Lukashenko, quien había anunciado en mayo que el traslado de dichas armas ya había empezado.
En una conversación que tuvo Putin con Lukashenko en Sochi –suroeste de Rusia– el presidente ruso le dijo: «Como usted sabe, el acondicionamiento de las instalaciones (para las armas nucleares) concluirá el 7 u 8 de julio, y de inmediato tomaremos las medidas vinculadas al despliegue en su territorio de las armas en cuestión». Y agregó que «todo avanza según el plan».
La fecha parece pensada para adelantarse unos días a la cumbre de la OTAN programada los días 11 y 12 de julio en Lituania, país fronterizo con Bielorrusia. En el encuentro se hablará de la candidatura de Ucrania a integrar la alianza militar. El nuevo anuncio de las armas rusas en Bielorrusia son una clara advertencia en respuesta a la OTAN.
La bombas rusas en Bielorrusia serían las llamadas armas nucleares «tácticas» que pueden provocar inmenso daño, pero su radio de destrucción es inferior al de las armas nucleares «estratégicas». A comienzos de abril, Rusia ya había informado haber empezado a formar militares bielorrusos en el empleo de armas nucleares «tácticas». El anuncio de Putin generó una lluvia de críticas de la comunidad internacional, y en particular de Occidente, aunque la OTAN y EE.UU. tengan un despliegue global de sus armas de destrucción masiva.
El debate sobre la “contraofensiva”
El mismo viernes, Putin declaró que la anunciada contraofensiva de Ucrania para recuperar los territorios ocupados por Moscú ya empezó, pero no logró «sus objetivos». «Podemos afirmar plenamente que esta ofensiva ha empezado», declaró Putin en un video difundido por Telegram. «Las tropas ucranianas no lograron su objetivo en ninguno de los campos de batalla». Y agregó: «todos los esfuerzos de contraofensiva hasta ahora han fracasado, pero el régimen de Kiev sigue teniendo un potencial ofensivo».
Estados Unidos anunció por su parte que entregará a Ucrania una nueva partida de ayuda militar por 2.100 millones de dólares, incluyendo municiones para los sistemas de defensa antiaérea Patriot, proyectiles de artillería, drones y cohetes guiados por láser.
En los frentes de batalla la lucha sigue, encarnizada. Las autoridades rusas reportaron intensos combates en la región de Zaporiyia –sur de Ucrania— donde habrían repelido varios ataques. «Durante las últimas 24 horas las fuerzas ucranianas continuaron sus intentos de llevar a cabo ofensivas en las regiones de Donetsk y Zaporiyia», indicó el Ministerio ruso de Defensa. Las autoridades de Ucrania y el ejército mantienen un perfil bajo y no han comentado las afirmaciones de Rusia.
El ministro ruso de Defensa, Serguéi Shoigu, declaró que «hoy (jueves) el enemigo intentó abrirse camino en nuestra defensa con (…) hasta 1.500 hombres y 150 vehículos blindados», afirmó Shoigu. «El enemigo fue bloqueado y retrocede con graves pérdidas», añadió. Según Shoigu, tras una batalla de dos horas en Zaporiyia, las fuerzas ucranianas perdieron 30 tanques, 11 vehículos de combate de infantería y hasta 350 hombres. Estas informaciones no pudieron ser verificadas con una fuente independiente.
Ataque con dron
Según el estadounidense Instituto para el Estudio de la Guerra, la contraofensiva ucraniana ya empezó, y no sería «una sola gran operación», sino una serie de acciones coordinadas. En estas semanas Ucrania ha puesto a prueba las posiciones rusas a lo largo de la línea del frente, del sur al este, una estrategia de sembrar la incertidumbre acerca de por dónde llegaría un ataque decisivo.
Al interior del territorio ruso, en la ciudad de Voronezh, a 200 km de la frontera con Ucrania, tres personas resultaron heridas este viernes al estrellarse un dron contra un edificio de viviendas, indicaron las autoridades locales.
La represa destruida
En las regiones del sur de Jersón y Mikolaiv, las inundaciones causadas desde el martes por la destrucción de la represa de Kajovka, en el río Dniéper, dejaron al menos 13 muertos: ocho en las zonas bajo control ruso y cinco en las ucranianas, donde hay 13 desaparecidos.
«Según las previsiones, la crecida de las aguas todavía puede durar 10 días», aseguró Vladimir Saldo, jefe de la parte ocupada por Moscú en la región, nombrado por Rusia. Tatiana Yoenko, una mujer de 45 años residente en Chornobaivka, contó que «el agua ya entró en las casas y las calles». «Cada dos horas salgo para ver si el agua sigue subiendo», dijo.
En la ciudad de Jersón, el nivel del agua empezó a bajar «por primera vez», según Laura Musiyan, del centro meteorológico local. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, que visitó la zona inundada el jueves, afirmó este viernes que «para cientos de miles de personas en numerosas ciudades y pueblos, el acceso al agua potable está seriamente comprometido».
Kiev y Moscú se acusan mutuamente de la destrucción de la represa. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, estimó el viernes que «todo parece indicar» que los rusos destruyeron la instalación. El instituto de sismología noruego Norsar informó que detectó una «explosión» procedente de la región ucraniana en la que se encuentra la represa de Kajovka en el momento de su destrucción, sin zanjar el debate.
Ucrania y Rusia se acusaron mutuamente de bombardear el jueves las zonas anegadas en la región de Jersón, donde se están evacuando a miles de civiles tras las inundaciones. Los ucranianos acusaron al ejército ruso de bombardear Jersón durante las operaciones de rescate. El presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, calificó a los rescatistas que trabajan «bajo el fuego» ruso de «heroicos», en un mensaje publicado en redes sociales tras visitar la región, donde más 600 km2 de territorio están bajo el agua.
Sin riesgo nuclear «inminente»
La central hidroeléctrica está en la ciudad de Nova Kajovka, en la región de Jersón –hoy ocupada por Rusia– y sus aguas se usan para refrigerar la central nuclear de Zaporiyia, que está río arriba, bajo control ruso. El destruirse la represa, el nivel de esas aguas está bajando.
Germán Galushchenko –Ministro de Energía de Ucrania– afirmó que la central nuclear de Zaporiyia no presenta «ningún riesgo inminente por ahora», pero que era necesario «vigilar la situación». Previa evaluación, se comprobó que la operación de bombeo de agua «debía poder continuar aunque el nivel bajase de los 12,7 metros», aseguró el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) en un comunicado. Poco antes, el jefe del operador ucraniano Ukrhydroenergo, Igor Syrota, había alertado que las reservas de agua de la represa ya no bastaban para enfriar los reactores de la planta, la mayor de Europa. Cuando ya no se pueda usar el agua de la represa, la central podrá utilizar «una gran piscina de retención situada a proximidad, así como reservas más pequeñas y pozos en el lugar, que podrán proporcionar agua de enfriamiento durante varios meses», detalló el OIEA.