Las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), un grupo paramilitar de Sudán, aseguraron este sábado que controlan varios puntos clave del país africano, incluyendo la casa de gobierno, si bien el Ejército desmiente el avance de los golpistas.
«Las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) difunden noticias falsas desde fuera de Sudán y reclaman el control de la Comandancia General y el Palacio de la República», manifestaron los militares sudaneses, mientras los rebeldes claman haber ocupado dos aeropuertos.
Las redes sociales se poblaron de videos con imágenes de los enfrentamientos, que se agudizaron tras la ofensiva del Ejército contra las bases de las FAR en el sur de Jartum, la capital. El jefe del Ejército, Abdel Fatah al Burhan, y el líder de las FAR, Mohamed Hamdan Daglo, fueron socios en el golpe militar de octubre de 2021.
Mientras ambas facciones se acusan de haber iniciado la escalada, las FAR llamaron a la población a sumarse a ellas «para proteger la patria y las ganancias de la revolución», en referencia a la revuelta popular que terminó con la dictadura de Omar al Bashir en 2019.
Hamedti, el líder de los rebeldes
Nacido en 1973 en el seno de una tribu riezigat, oriunda de Chad, la lucha por el poder llevó a Daglo, conocido como Hemedti, de ser un simple comerciante de camellos sin estudios a convertirse en el paramilitar más peligroso de Sudán dentro de las FAR, nacidas de las milicias Yanyaweed que lideraron las masacres de Darfur entre 2003 y 2008.
Bajo sus órdenes, unos 100 mil combatientes han cometido todo tipo de crímenes de lesa humanidad en los diferentes conflictos de Sudán, mientras que también le han servido a Hemedti para convertirse en la persona más rica del país africano, al tomar el control por la fuerza de la mayoría de minas de oro de la nación.
Las andaduras de Hemedti como líder paramilitar empezaron al estallar la guerra de tintes étnicos en Darfur, que dejó unos 300 mil muertos en tan solo cinco años, según la ONU.
Entonces, fue elegido por el exdictador islamista Omar al Bashir (1989-2019) como su hombre de confianza en las matanzas en el oeste del país, donde según organizaciones de derechos humanos internacionales se cometieron «genocidios» y «limpiezas étnicas» contra la población de origen africano que se dedica principalmente a la agricultura.
En 2004, Hemedti comandó directamente una de las masacres más condenadas del conflicto de Darfur, cuando ordenó el asesinato a sangre fría de unos 130 campesinos de la localidad de Adwa, que los Yanyawid quemaron hasta los cimientos antes de violar a cientos de mujeres de esa aldea y enterrar a los hombres en fosas comunes.
En 2019 participó en el derrocamiento de su garante, Omar al Bashir, durante la llamada revolución sudanesa, una movilización popular que también acabaría reprimiendo brutalmente al frente de las FAR, que además fueron acusadas de masacrar a más de cien manifestantes en un solo día durante una sentada en junio de ese año.
La revolución inició en Sudán un proceso de transición e instauró un Gobierno civil al que Hemedti prometió lealtad. Sin embargo, dos años después, en 2021, el paramilitar urdía un golpe de Estado junto al jefe del Ejército, Abdelfatah al Burhan, y se convertiría en el vicepresidente del Consejo Soberano, el órgano ejecutivo del país.
La reacción del mundo árabe
Varios países árabes mostraron este sábado su preocupación ante los enfrentamientos iniciados este sábado entre el Ejército de Sudán y el grupo paramilitar de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) en la capital, Jartum, y pidieron entablar diálogos para frenar la violencia, mientras que la Liga Árabe ofreció intervenir como mediadora, informaron varias fuentes.
El secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Abulgueit, instó a «detener de inmediato la escalada de violencia y el derramamiento de sangre» en Sudán y se mostró dispuesto a intervenir con las partes para detener el enfrentamiento.
En un comunicado, el diplomático condenó «el recurso a las armas y los enfrentamientos» entre las Fuerzas Armadas de Sudán y las FAR en Jartum y otras áreas, especialmente «durante el día del mes sagrado de Ramadán» y pidió «responsabilidad de las partes beligerantes de mantener la seguridad de los civiles».
El Ministerio de Exteriores de Arabia Saudí hizo un llamamiento a los políticos de Sudán para «dar prioridad al lenguaje del diálogo, la moderación y la sabiduría», y «unir filas» para «completar el consenso logrado» con el acuerdo marco para la transición democrática «bajo la cual se logrará la estabilidad política, la recuperación económica y la prosperidad para Sudán».
Asimismo, Egipto emitió también una nota en la que afirmó seguir «con gran preocupación la evolución de la situación en Sudán» y pidió a todas las partes sudanesas que «ejerzan la máxima moderación a fin de proteger las vidas» y «defender los intereses superiores de la patria».
Por su parte, Catar expresó su «profunda preocupación» y solicitó «el cese inmediato de los combates y la resolución de las disputas a través del diálogo y medios pacíficos».
La voz de Estados Unidos
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, afirmó este sábado desde Vietnam, donde se encuentra de visita, que aunque la situación en Sudán es «frágil», todavía «hay una oportunidad real de luchar por una transición hacia un gobierno civil».
«Hay algunos actores luchando contra ese progreso, pero esta es una oportunidad real para luchar por una transición hacia un gobierno civil. Estamos muy centrados en eso», dijo Blinken en una rueda de prensa en Hanoi, al ser preguntado por la situación en Sudán.