La guerra entre Rusia y Ucrania empantanada en el invierno parece dirigirse a una escalada: aumentaron los ataques rusos a blancos civiles como el edificio residencial de Dnipro el 14 de enero con 44 muertos –-no es claro si por error– y Moscú está instalando defensas anti misiles en los techos de sus edificios de gobierno.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg participa en la reunión del Grupo de Contacto para Ucrania en Alemania: «Rusia se está preparando para nuevas ofensivas, por lo que es urgente intensificar el apoyo a Ucrania», escribió en su perfil de Twitter. Y celebró «el significativo nuevo paquete de capacidades de combate» anunciado «para la autodefensa de Ucrania» en Ramstein, la ciudad alemana donde se reúnen representantes de 50 países.
Según un comunicado de la OTAN, Stoltenberg afirmó que «como la mayoría de las guerras, es probable que esta termine en una mesa de negociación, pero lo que pase en las negociaciones está vinculado a lo que suceda en el campo de batalla, así que necesitamos entregar más armas a Ucrania ahora». Además, dio la bienvenida a los anuncios de ayuda a Kiev por Alemania, Francia, Canadá, Dinamarca, Países Bajos y Suecia. También se alegró de que el Reino Unido, Francia y Polonia estén preparados para entregar tanques de batalla principales y tanques ligeros.
Durante su estancia en Ramstein, Stoltenberg se entrevistó con el ministro ucraniano de Defensa, Oleksii Reznikov y con el nuevo titular alemán de la misma cartera, Boris Pistorius, en el contexto de fuertes presiones tanto de Ucrania como de algunos aliados occidentales para que el gobierno del canciller alemán, Olaf Scholz, autorice el envío del «Leopard2», un blindado de fabricación germana.
La perspectiva rusa
En el otro bando, las fuerzas aéreas de Rusia y Bielorrusia continúan sus ejercicios aéreos tácticos conjuntos desde territorio bielorruso, en medio de continuas especulaciones sobre un posible nuevo ataque ruso desde ese país contra el norte de Ucrania y Kiev. Bielorrusia y Rusia crearon en octubre pasado una agrupación militar regional conjunta, formada, según Minsk, por al menos 9.000 soldados rusos, 170 tanques del país vecino y 200 carros blindados de Rusia.
El Kremlin guardó silencio sobre la aparición en redes sociales de vídeos y fotografías que muestran supuestamente sistemas de artillería y misiles antiaéreos Pantsir-S1 en los tejados del Ministerio de Defensa de Rusia y de otro edificio en Moscú. Este sistema está diseñado, entre otras cosas, para proteger contra drones. El canal «Moscow Calling» publicó la víspera varios vídeos y fotografías de un edificio de oficinas en la capital, en los que se ve una grúa colocando algo en el tejado y varios camiones militares al lado de la maquinaria.
De lo que sí habló Moscú fue del traspaso de armamento ruso a Ucrania, después de que Estados Unidos declarara que intenta persuadir a países latinoamericanos de transferirle a Ucrania equipamiento militar comprado a Rusia. «En este asunto son muy importantes las restricciones legales de los suministros a terceros países, porque todo suministro impone determinadas obligaciones a los países que reciben productos militares», dijo el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov. Rusia calificó de provocación y escalada peligrosa la reunión de aliados occidentales de Kiev en Alemania.
El trasfondo geopolítico
Ignacio Hutin, es periodista y autor de los libros «Ucrania/Donbass: una renovada Guerra Fría» y «Ucrania: crónica desde el frente». En dialogo con Página/12 planteó que «Ucrania necesita mucho armamento, la mayor cantidad posible y depende de los aportes internacionales. Más de 30 Estados le han enviado armamento. Según el Instituto de Kiel para la Economía Mundial, entre enero y noviembre de 2022, EE.UU. es el mayor aportante con 18.500 millones de dólares en material bélico y le siguen el Reino Unido con 4.4 mil millones de dólares y Alemania con 2.5 mil millones. Pero es interesante ver que casi nunca se difunde oficialmente cuánto de eso es donación, préstamo o venta con financiación a largo plazo. Alemania les envía en general material con una función más defensiva. Pero en Berlín temen que los tanques Leopard apunten a un ataque contra las fuerzas rusas aun por fuera de las fronteras de Ucrania reconocidas internacionalmente, hacia territorio de la Federación Rusa».
Según Ignacio Hutin, el canciller alemán Olaf Scholz mantiene la misma lógica que en febrero pasado, antes de la invasión, cuando se negó a enviar armamento con el argumento de que eso incrementaría las tensiones. Hoy parece que Alemania sostiene lo mismo: ayudar a la defensa ucraniana, pero no a un contraataque que podría implicar una escalada mayor. Alemania carga con el karma del nazismo y suele tener lógicas de contención de conflictos, más que de expansión; busca involucrarse lo menos posible en conflictos. Ucrania necesita conseguir estos tanques en particular porque se los enviarían desde más cerca, en menos tiempo que otros desde EE.UU.
Pero Alemania quedó muy desdibujada en este conflicto, plantea Hutin: «ya no es la cabeza de la UE que era con Merkel; intenta mantenerse relativamente al margen con el miedo de ser responsable de una eventual escalada. Pero termina quedando mal con todos: con la OTAN, con Ucrania, con la UE. Es probable que ceda en algún momento, porque la presión es muy fuerte».