Un refugiado iraquí, identificado como Salwan Momika, quemó y pateó de nuevo un ejemplar del Corán, esta vez en las inmediaciones del Parlamento sueco, una semana después de haber desatado las protestas del mundo islámico por profanar el libro sagrado de los musulmanes. Las autoridades de Dinamarca y Suecia analizan la posibilidad de restringir estas quemas o prohibirlas si se convocan ante embajadas extranjeras, como ocurrió con la anterior protagonizada por Momika.
Medios suecos han identificado a Momika de 37 años, como un refugiado iraquí recibido por Suecia en 2019, que se declara ateo. Sus acciones han originado violentas protestas en el mundo islámico y problemas diplomáticos tanto a Dinamarca como a Suecia. Los gobiernos sueco y danés estudian fórmulas para limitar o prohibir estas acciones, aunque el Ejecutivo de Estocolmo ha adelantado que hacerlo le plantea dificultades.
La tibiesa europea
El derecho a la libertad de expresión contempla también la crítica a las religiones, «pero quemar un Corán o la Torá ante una embajada extranjera no puede entenderse de otro modo que una burla», afirmó el ministro de Exteriores danés, Lars Lokke Rasmussen.
Ulf Kristersson, Primer Ministro de Suecia, afirmó el domingo que está «en estrecho contacto» con su homóloga danesa, Frederiksen, para adoptar medidas conjuntas frente a las quemas del Corán. «Nos encontramos ante la situación de seguridad más grave desde la Segunda Guerra Mundial y hay determinados actores, sean Estados o individuos, dispuestos a aprovecharse de ello», afirmó Kristersson. Desde mediados de julio se han producido fuertes protestas en el mundo islámico contra acciones de este tipo llevadas a cabo tanto en Suecia como en Dinamarca frente mezquitas y la embajada de Irak.
La más virulenta respuesta ocurrió en Bagdad: el asalto a la embajada sueca por centenares de manifestantes que intentaron incendiarla en protesta por la convocatoria de Momika a una quema del Corán en Estocolmo. Finalmente no quemó el libro sagrado, sino que lo pateó justo ante la embajada de su país de origen en medio de un considerable despliegue mediático y protestas de manifestantes musulmanes.
La acción de este refugiado iraquí sigue a otras acciones similares protagonizadas tanto en Dinamarca como en otros países nórdicos por el neonazi sueco-danés Rasmus Paludan. Tanto el Gobierno de Estocolmo como el de Copenhague han expresado su condena reiteradamente a estos actos, pero recordado que están amparados por el derecho a la libertad de expresión de sus respectivas constituciones.
Especialmente compleja es la situación de Suecia, cuyo ingreso en la OTAN está aún pendiente de la ratificación del Parlamento turco, lo que se espera que ocurra en el otoño. En la pasada cumbre de la OTAN en Lituania, Kristersson y el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, anunciaron el fin del bloqueo del ingreso del país nórdico por parte de Turquía, que durante meses había negado su ratificación. Una de las objeciones planteadas por Ankara consistía en que Suecia acoge en su territorio a opositores y terroristas kurdos, así como a presuntos enemigos del islam.
Turquía, junto con Jordania e Irak han protestado por las profanaciones bajo autorización policial del libro sagrado y exigido a Estocolmo y Copenhague que las prohíban.
Reunión de ministros de Exteriores
Los ministros de Exteriores de los 57 países miembros de la Organización de Cooperación Islámica (OCI) se reunieron este lunes para denunciar las «repetidas» quemas de copias del Corán en Suecia y Dinamarca, y afirmaron que la libertad de expresión no puede «servir como pretexto para esparcir el odio». «Condenamos en los términos más enérgicos los repetidos ataques contra las santidades del Corán y confirmamos que estos actos provocativos no son aceptables bajo ningún pretexto», dijo el ministro de Exteriores de Arabia Saudí, Faisal bin Farhan, durante su discurso de apertura de la reunión. Y añadió que las quemas de ejemplares del Corán no pueden ser consideradas actos de libertad de expresión. «La libertad de expresión debería ser un valor ético que garantiza la coexistencia, y no para esparcir la violencia, el odio y la colisión entre civilizaciones», afirmó Bin Farhan.
La reunión de emergencia de la OCI, convocada a propuesta de Arabia Saudí e Irak, empezó con la recitación de un verso del Corán que hace referencia a la convivencia entre personas y se desarrolló a puerta cerrada. El jefe de la diplomacia saudí deseó que la cita tenga «resultados provechosos para detener estos actos provocativos» y llamó a la comunidad internacional a «rechazar cualquier cosa que genere odio y violencia», calificando a las quemas de los ejemplares del libro sagrado como «extremismo». Y lanzó un llamamiento a los estados miembros de la OCI a «tomar medidas prácticas para resistir estos ataques» y a «coordinarse e integrarse con las partes internacionales para defender los valores de la tolerancia y la paz y mostrar la verdadera imagen del islam».
El secretario general de la OCI, Husein Ibrahim Taha, manifestó la necesidad de «tomar medidas para parar estas acciones provocativas» y recordó que la organización «ha mandado mensajes claros a estos Gobiernos (Suecia y Dinamarca) para que tomen las medidas necesarias que pongan fin a esta escalada». «Llamo a las autoridades de Suecia y Dinamarca a que reconsideren la gravedad que supone provocar los sentimientos de los musulmanes de todo el mundo», dijo Ibrahim Taha.
En las últimas semanas, varias copias del libro sagrado de los musulmanes han sido quemadas frente a las embajadas de Irak y Egipto en Estocolmo y Copenhague, lo que ha provocado la ira de los musulmanes de todo el mundo y un aumento de la tensión diplomática con los países escandinavos sin precedentes.
Además de provocar grandes manifestaciones en el Yemén o Irak, varios gobiernos de países de mayoría musulmana han advertido que el permiso para quemar ejemplares del Corán puede tener consecuencias en las relaciones diplomáticas. De hecho, el Gobierno iraquí ordenó la expulsión de la embajadora sueca en Bagdad y amenazó con rescindir los contratos de las empresas que operan en su territorio.
La reacción turca
Turquía advirtió este lunes a los países escandinavos de que permitir la quema de ejemplares del Corán los perjudica en primer lugar a ellos y entraña un gran potencial de riesgo. Así lo expresó el ministro de Exteriores turco, Hakan Fidan, en una rueda de prensa en Ankara momentos antes de reunirse en videoconferencia con sus homólogos de la Organización de la Cooperación Islámica (OCI). «Que vosotros deis permiso a estas provocaciones en un tema tan delicado y no lo impidáis desde vuestras instituciones y órganos suscita varias preguntas», dijo Fidan, quien confirmó que durante el fin de semana había hablado por teléfono con su colega danés Lars Rasmussen y con el sueco Tobias Billström. «Les explicamos la gravedad del asunto. ¿Pueden tomar medidas contra ello? ¿Pueden adaptar sus propios sistemas para ello? Esto es lo que esperamos», dijo Fidan.
Aunque en el pasado, los actos de quema de ejemplares del Corán en Dinamarca y Suecia eran obra de grupos locales ultraderechistas, desde el mes pasado han sido protagonizados por dos ciudadanos iraquíes residentes en Suecia, que quieren expresar así su oposición al islam.