Cuando la semana pasada los soldados del Grupo Wagner terminaron de retirarse luego de ganar la batalla de Bajmut en Ucrania y le entregaron la ciudad al ejército estatal ruso, simplemente habían concluído un trabajo más: correspondían vacaciones, cobrar el salario y recibir la libertad prometida en el caso de los presos indultados a cambio de batallar seis meses por 4.000 dólares al mes. Yevgeny Prigozhin, creador de ese ejército privado, habrá ido al despacho de Vladimir Putin a pasar factura y convenir el próximo negocio.
El “chef de Putin”
Prigozhin nació en San Petersburgo en 1961 y a los 18 años se dedicó al robo de casas y violentos asaltos callejeros. El veredicto judicial de la época se hizo público revelando el prontuario que lo llevó a pasar 9 años preso. Recuperó la libertad en 1990 cuando se desintegraba la URSS y el país era un caldo de cultivo para la mafia. Su primer negocio fue la venta de panchos en la calle. Los carritos se multiplicaron y devino en pequeño empresario. En 1995 instaló un restaurante y otro, y la empresa de catering de lujo Concord. Su restaurante estrella fue New Island, un barco que recorría el río Neva. Allí, Prigozhin en persona, le sirvió comida a Vladimir Putin y al francés Jacques Chirac, y en 2002 atendió a George W. Bush. El presidente ruso se convirtió en asiduo comensal del barco y brotó la confianza: el “chef de Putin” comenzó a proveer comida a escuelas y cuarteles con contratos multimillonarios.
La reconversión de Prigozhin en CEO de una empresa militar fue en 2014 cuando en la región del Donbás, la población culturalmente rusa declaró su independencia de Ucrania. Rusia los apoyó y para no enviar fuerzas oficiales, Putin fue convencido por su amigo gastronómico de diversificar el negocio, copiando el método de algunos países occidentales. Esos soldados terciarizados se enfrentaron duro con los neonazis ucranianos del batallón Azov. Ese mismo año, sus fuerzas fueron alquiladas para la invasión a Crimea.
Guerrear por un salario
La palabra “mercenario” quizá no sea la más exacta: Wagner pelea siempre para un mismo contratista, en lugar de venderse al mejor postor. No son soldados de elite –tienen poca formación y son desechables– y en Ucrania, muchos fueron carne de cañón: 15.000 murieron en Bajmut según declaró Prigozhin. El mayor riesgo de morir se compensa con un salario muy superior al de un soldado oficial.
En 2015 se amplió el contrato –siempre secreto porque Wagner oficialmente no existía ni tributaba al Estado– cuando Putin intervino en Siria enfrentando a ISIS, en favor del presidente Bashar al-Assad. Las bajas del Grupo Wagner no se registraban, a diferencia de los soldados oficiales. Eso permitió a Putin presentar su éxito en la lucha contra los extremistas como una victoria casi sin sangre. Por otra parte, al no representar oficialmente esos soldados a ningún Estado, es muy difícil perseguirlos por las atrocidades que cometen: existe un video de soldados de Wagner torturando a un soldado sirio para luego decapitarlo por una desobediencia. El gobierno ruso siempre ha negado una relación con ese ejército sin bandera.
Contratos en África
Prigozhin dio su gran salto como proveedor de las fuerzas armadas, primero de comida, luego de soldados. En la República Central Africana fue contratado por el presidente Faustin Touadera, elegido en 2016 mientras vastos sectores del país estaban tomados por fuerzas rebeldes islámicas. Ya tenía tropas francesas en el país, a las que juzgaba ineficaces para frenar los ataques. Y como no confiaba en su ejército, hizo en 2018 los acuerdos con Grupo Wagner. A cambio les otorgaron la explotación de diamantes, oro y madera de bosques nativos, libres de impuestos. Todo fluía, pero el presidente ya no estaba habilitado para un tercer mandato. Según declaró Daniele Darlan –miembro de máximo tribunal– fue visitada por el diplomático Yevgeny Migunov, secretario de la embajada rusa, quien le planteó que el presidente debía seguir en el poder de manera indefinida. Para eso, ella debía abolir la limitación constitucional. Pero se negó. Siete meses más tarde fue destituida para generar un plebiscito que permitiera la reelección.
Miembros del grupo Wagner con pasamontañas recorren ese país en camionetas sin identificación, portando armas largas. Honoré Bendoit, prefecto de la ciudad de Bria, declaró una vez: “Tenemos calma gracias a los rusos. Son violentos y eficientes”. Se refería a que con su ayuda, el gobierno recuperó el control de la mayor parte del país. Los combatientes de Wagner están acusados por la ONU de “fuerza excesiva, asesinatos indiscriminados, ocupación de escuelas y saqueos a gran escala”. En 2018 tres periodistas rusos que investigaban al Grupo Wagner en ese país fueron emboscados y asesinados. Este esquema de explotación económica se repite, con variantes, en Siria, Libia, Mali y Sudán.
El Grupo Wagner «existe»
Después de años negando la existencia del Grupo Wagner, el 26 de septiembre de 2022 Prigozhin reconoció lo evidente: se presentó como el fundador de un ejército privado único en el mundo, con acceso a aviones de combate, helicópteros y tanques. Desde entonces, el personaje comenzó una exposición mediática de alto vuelo, acaso con aspiraciones políticas y un discurso nacionalista de ultraderecha organizando exposiciones artísticas en favor de la guerra. Esta milicia sería la contracara equivalente a los neonazis del batallón Azov incorporados al ejército ucraniano. Incluso el nombre del grupo homenajea a Richard Wagner: su primer gerente de combate, Dmitri Utkin, es un germanófilo.
Esta nueva diversificación hacia un posible movimiento político con una postura anti elite que se pretende popular, con Prigozhin a la cabeza, podría tener fines de reclutamiento y promoción de apoyo a una guerra de largo aliento, que es inganable para ningún bando. Su privatización es una forma ágil de gestionarla.
Un mazazo en la cabeza
Un episodio que marca el «estilo Prigozhin» fue la difusión en las redes de su propia empresa, en septiembre de 2022, de un video con un combatiente de Wagner siendo asesinado de un mazazo en la cabeza por un camarada. Se trata de Yevgeny Nuzhin, quien había desertado hacia el lado ucraniano para luego regresar a Rusia en un intercambio de prisioneros. En venganza, la empresa lo habría matado. El mensaje es claro: “esto le espera a los desertores”. Y estaría destinado a los miles de presidiarios reclutados en persona por Prigozhin en las cárceles. Desde entonces, una maza es un ícono «oficial» de Wagner y el mismo líder se ha fotografiado con una. Sobre el video, el multiempresario declaró: “un perro muere como un perro”. Lo extraño es que no se haya tratado de una filtración.
La manipulación de la opinión pública es otro rubro en el que Prigozhin incursionó, mientras se iba convirtiendo en un “oligarca ruso”, esa clase de hipéricos ligados al Estado postsoviético. El empresario fue sancionado en 2018 por la justicia de EE.UU. porque su fábrica de trolls trabajó para la campaña de Donald Trump, quien siempre tuvo una relación cercana a Putin. Se comprobó que la empresa creó cuentas falsas de Facebook y Twitter que difundían información a favor de Trump. En febrero de 2023, Prigozhin admitió ser el fundador de la empresa Internet Research Agency y declaró sobre la denuncia: “señores, nosotros interferimos y vamos a seguir interfiriendo, quirúrgicamente y a nuestra forma”. Esa firma es contratada para trabajar sobre la opinión pública en países de África y Asia donde Rusia tiene intereses comerciales.
Ejércitos privados
Con la creación del Grupo Wagner Rusia no ha inventado nada: esto mismo hacía la firma norteamericana Blackwater que hizo el trabajo más sucio en Irak y Afganistán, y otras como la canadiense Garda World y la inglesa G4S Secure Solutions. La diferencia es que Wagner trabaja solo para el Estado ruso y a partir de la guerra en Ucrania, eliminó el usual bajo perfil que requiere hacer las operaciones más sangrientas que los países no desean ejecutar con tropa oficial por razones de imagen y temor a juicios internacionales.
En el resto del mundo, esas agencias privadas son un complemento, mientras que el rol de Prigozhin es el de un importantísimo general, la mayor figura pública de las fuerzas rusas, a pesar de no tener rango militar y que ese tipo de empresas está prohibido en Rusia, teóricamente. Y ostenta un nivel de independencia verbal llamativo: reporta directamente a Putin y ha extorsionado en público a la plana mayor de las Fuerzas Armadas y al Ministro de Defensa rusos por no darle suficiente munición.