Los gobernadores de los 27 estados de Brasil asumieron sus cargos este primero de enero y algunos de ellos se perfilan como presidenciables para 2026. La jornada estuvo marcada por el desembarco de parte del bolsonarismo en el gobierno de San Pablo, el distrito más poblado con 46 millones de habitantes y el que genera un tercio de la riqueza del país. El nuevo presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, pretende reunir a todos los mandatarios regionales en los próximos días.

En el estado de San Pablo asumió el exministro de Infraestructrura Tarcísio Gomes de Freitas, un estrecho colaborador del ahora expresidente Jair Bolsonaro. En su discurso de investidura, Gomes de Freitas tuvo palabras de agradecimiento con Bolsonaro, quien lo «empujó» hacia la política, pero se distanció también de los rasgos autoritarios del líder de ultraderecha para ofrecer un «diálogo permanente» con «todos los sectores de la oposición».

Gomes de Freitas es la principal figura emergente del movimiento bolsonarista y puede hacer de San Pablo una plataforma para aglutinar a las fuerzas conservadoras, sobre todo en ausencia de Bolsonaro, quien viajó a Estados Unidos antes de la toma de posesión de Lula y planea estar fuera del país durante al menos un mes.

En Río de Janeiro inició un nuevo mandato el gobernador Claudio Castro, reelegido en octubre pasado con apoyo de Bolsonaro, aunque se distanció de la ultraderecha después de la victoria de Lula. Castro no citó en su discurso ni a Bolsonaro ni a Lula, pero se mostró dispuesto a establecer una relación de «respeto y cooperación» con las nuevas autoridades nacionales.

Un presidenciable para 2026 es Eduardo Leite, la única figura remanente del colapso del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), considerado un liberal impulsado por el mercado financiero, que acudió a la asunción como gobernador de Río Grande do Sul acompañado por su novio, en el primer caso de un activista gay que asume el cargo.

Otro es Romeu Zema, gobernador de Minas Gerais, del partido ultraliberal Novo, quien fue reelecto en la primera vuelta e hizo campaña para Bolsonaro en el ballotage. Así como Castro en Río de Janeiro, Zema evitó en su discurso cualquier alusión a la coyuntura nacional y solo se comprometió a tender puentes de cooperación con el nuevo gobierno.

Ese diálogo, de hecho, ya fue prometido por Lula, quien anunció que en los próximos días pretende convocar a una reunión en Brasilia a los 27 gobernadores electos. «Quiero saber cuáles son los principales proyectos de cada uno de los gobernadores para poder discutir lo que el gobierno federal pueda hacer para colaborar con los estados», declaró Lula la semana pasada. 

Del lado del oficialismo, el estado de Bahía se llevó toda la atención por la asunción de Jerónimo Rodrigues, un descendiente de indígenas y negros que mantuvo al Partido de los Trabajadores (PT) en una de las regiones clave del país. Otro peso pesado del PT que fue elegido es Elmano Freitas, en el estado de Ceará, cuyo antecesor Camilo Santana fue designado ministro de Educación y es un presidenciable para 2026, si se tiene en cuenta que Lula prometió no presentarse a la reelección.

Las dos mujeres gobernadoras en Brasil serán la reelecta Fátima Bezerra, del PT, en Rio Grande do Norte, y Raquel Lyra, del PSDB, que inaugurará su mandato en Pernambuco, estado natal de Lula, donde ninguno de los candidatos defendió a Bolsonaro.