Desde Santiago
En la calle Londres, número 38, de esta capital, un lugar conocido coloquialmente como la casa del terror, se ve en la entrada un gran cartel lleno de fotos. Muestra las caras de las 98 personas que fueron asesinadas en esta casona de dos pisos. Aquí funcionó, entre el 11 de septiembre de 1973 y fines de 1975, el centro clandestino de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA). El cartel grita: «50 años, no más impunidad. Por la verdad, la justicia y la transformación social».
Londres 38 es un espacio de memoria que adquiere especial relieve en vísperas del 50 aniversario del golpe de Estado contra Salvador Allende. Sobre todo cuando sectores de derecha niegan los oprobios del terrorismo de Estado. Por ejemplo, la diputada Gloria Naveillán, del partido Social Cristiano, tildó como leyenda urbana la violencia sexual en la dictadura. Y la oposición rechazó firmar un compromiso por la democracia este 11 de septiembre, desmarcándose del gobierno de Gabriel Boric.
Se trata de un sitio que usó la policía secreta de Augusto Pinochet y que pasaba inadvertido en una zona estilo europeo en el centro de la capital chilena, donde convive las calle Londres con la calle París. Clavada el piso de adoquin que bordea a la casa del terror una placa con los nombres de las víctimas resiste el tiempo.
En la entrada a la casa Víctor Barrueto se queda mirando las fotos del mural. Uno de esos rostros es el de su tío, Eduardo Lara Petrovich, hermano de su madre. «Quise pasar por acá porque no había entrado a Londres 38,» dijo ayer. «Y veo su foto y me conmueve mucho. Yo tenía cuatro años cuando sucedió todo esto. Lamentablemente todavía mi tío está desaparecido».
Al pasar la puerta se ve un piso damero, original de principios del siglo XX. Como los detenidos tenían los ojos vendados y sólo podían ver hacia abajo varios sobrevivientes dijeron que el piso era de ajedrez. Otros hablaron de la casa de la campana, ya que a unos metros está la Iglesia de San Francisco.
En la planta baja hay varias salas con pisos de madera, con recovecos y un baño pequeño junto a un garage. Una habitación principal ubicada en el primer piso lleva un cartel que dice: «sala común donde hombres y mujeres esperaban».
Erika Hennings, directora de Londres 38 y quien a sus 23 años estuvo detenida en esta casa entre julio y agosto de 1974, aporta su testimonio. «Tengo bastante elaborada la experiencia pero el frío que tenía me duró mucho en la memoria. Sin alimento y sin abrigo. Recuerdo a compañeras y compañeros, seríamos unos 30 en la sala principal» dijo a Página12. Hennings era militante del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y estuvo detenida 18 días. Por lo general, los prisioneros permanecían entre cinco días y una semana.
El marido de Hennings, Alfonso Chanfreau, también estuvo preso en este centro clandestino de la DINA pero se lo llevaron junto a otros seis hombres y están todos desaparecidos. «Él estuvo tres días menos. Se lo llevaron el 13 de agosto de 1974. Ninguno de los siete pasó por otro lugar. Yo creo que los mataron rápidamente», afirma esta sobreviviente.
Subiendo unas escaleras de manera en Londres 38 se llega al segundo piso y un cartel avisa: «sala de interrogatorio y tortura». Está vacía, pero saber lo que pasó provoca escalofríos.
De las 98 personas torturadas y asesinadas, 64 eran militantes del MIR, 18 del Partido Comunista, 10 del Partido Socialista y seis no tenían militancia.
Este espacio de memoria se abrió a las visitas en 2010 durante el gobierno de Michelle Bachelet. Fue el epílogo de una larga lucha de familiares y sobrevivientes para que la casa se declarara en 2005 Monumento Histórico. En 1978, por un decreto firmado por Pinochet la propiedad había sido transferida al Instituto O´Higgiano, un organismo vinculado al Ejército.
Alejandro Traslaviña, de 64 años, recorre el lugar con su esposa e hijo. Al terminar no esconde sus sentimientos «Estando ahí adentro sentí miedo. Que compatriotas nuestros estuvieron en ese lugar que ahora puedo visitar libremente, que fueron torturados, es increíble. Fue un lugar secreto, imaginate, mientras los torturaban la gente caminaba por aquí», dice señalando la calle. Y volviendo al presente agrega: «Pasaron 50 años pero estos lugares conmueven demasiado».
Hennings, la directora del espacio, se muestra preocupada por las señales que provienen da la clase política en este 50 aniversario del golpe contra Allende. «Compañeras y compañeros de Londres 38 teníamos expectativas con el gobierno de Boric pero fuimos perdiendo las esperanzas. Quiero creer que el Plan Nacional de Búsqueda de Verdad y Justicia es una respuesta a nuestros reclamos. Por otro lado, hay un negacionismo desatado en Chile, con una derecha que está fuertemente agresiva y negadora».
Para este 11 de septiembre Londres 38 abrirá especialmente sus puertas -los lunes está cerrado- y por la tarde se prenderán 98 velas por cada víctima de la represión.