Desde Brasilia
Llegó el contragolpe de Lula. El flamante presidente brasileño denunció la complicidad de los militares en el intento de golpe de Estado ocurrido el domingo pasado cuando miles de seguidores de Jair Bolsonaro invadieron los palacios de la Presidencia, el Parlamento y el Supremo Tribunal Federal ubicados en el centro de Brasilia.
Cuando aún quedan astillas de vidrios en el entorno del Palacio Planalto, el mandatario brindó detalles de lo ocurrido mientras continúan surgiendo informaciones sobre este ataque a la democracia perpetrado siete años después del golpe que derribó a Dilma Rousseff. Lula se explayó ayer sobre la dinámica de las invasiones y del plan al cual éstas responderían.
LOS HECHOS
Alrededor de las cuatro de la tarde del domingo la vanguardia de militantes enfundados en camisetas amarillas de la selección brasileña, vestimenta distintiva de estas falanges tropicales, subió la rampa levemente inclinada del predio y en seguida ingresó al hall principal ante la mirada inmutable de de los militares de guardia.
«Yo estoy convencido que la puerta del Planalto fue abierta para permitir que la gente entre facilmente. Vean que la puerta de entrada no fue quebrada, o sea que alguien facilitó la entrada de ellos», aseguró Lula. «Hubo mucha gente de las Fuerzas Armadas que estaba aquí adentro del Planalto que fue connivente con ellos (bolsonaristas)», reforzó. Además, el número de soldados era menor del habitual pese a que desde el viernes corrían rumores sobre un posible movilización opositora.
LA ESTRATEGIA
El grueso de los agresores arribó al centro de Brasilia procedente del Cuartel General del Ejército donde estuvieron acampados setenta días en los que se realizaron actos por la intervención militar y contra el inexistente «fraude» que habría permitido el triunfo de Lula sobre Bolsonaro en los comicios del 30 de octubre. En algunas de esas concentraciones más de un orador habló de eliminar a Lula y propuso traer armas al campamento: todo ello ante la mirada complaciente de los generales y altos oficiales que tienen sus oficinas en el Cuartel General, situado a unos seis kilómetros del Planalto.
La invitación a movilizar activistas armados hecha en el campamento era similar a la realizada por el diputado Eduardo Bolsonaro cuando propuso una concentración nacional de los clubes de Cazadores, Tiradores y Coleccionistas (CACs, en portugués) en respaldo de su padre, Jair Bolsonaro. Estos grupos de CACs crecieron exponencialmente durante el gobierno anterior, el cual facilitó la entrega de carnets casi sin cumplir requisitos y liberó la venta de armas pesadas, dando lugar a la formación de un ejército en las sombras.
Durante un desayuno ofrecido ayer a periodistas Lula desmontó la trama ideada por los militares detrás de los ataques del domingo pasado. El primer paso era causar un «caos» con los tres palacios en llamas mientras «militares y policías eran conniventes» con los agresores y permanecían de brazos cruzados.
Ante una situación completamente fuera de control el gobierno se vería obligado a pedir la intervención de las Fuerzas Armadas a través de un decreto de Garantía de la Ley y el Orden , que daría amplios poderes a la corporación castrense y dejaría al poder civil de rodillas. Lula contó que al advertir la trampa castrense decidió intervenir la Policía de Brasilia y convocar a la Fuerza Nacional de Seguridad, para restablecer la «normalidad» sin pedir el socorro al Cuartel General del Ejército.
«Si el domingo hubiera firmado un decreto de Garantía de Ley y el Orden, yo habría renunciado a mi responsabilidad como presidente y habría ocurrido el golpe que algunas personas querían que ocurra», explicó.» O sea Lula de hecho habría dejado de ejercer el gobierno para que algún general asuma el gobierno», dijo el mandatario en su más explícita indicación de que detrás de las hordas estuvo el poder militar .Y luego remarcó «las Fuerzas Armadas no son un poder moderador de la República como ellas creen ser. El papel de las Fuerzas Armadas está definido en la Constitución. El papel de las Fuerzas Armadas es la defensa de nuestra soberanía contra posible enemigos externos».
«DESEQUILIBRADO»
El domingo Lula había identificado a Bolsonaro como el verdadero responsable del golpe fracasado y repasado todas las maniobras desestabilizadoras impulsadas durante su mandato. Desde 2021 cuando Donald Trump alentó la toma del Capitolio en Washington , el excapitán brasileño comenzó a justificar ese tipo de sabotaje a la democracia bajo la excusa de un fraude . Si no hubiera sido por la «instigación» al golpe de Bolsonaro no habría habido el ataque a los palacios de Brasilia aseguró Lula, que este jueves volvió a cargar contra su predecesor al que calificó como un «desequilibrado» y «genocida».
El líder del Partido de los Trabajadores (PT) manifestó la voluntad de investigar lo ocurrido y de que se haga justicia, pero aseguró que «mi gobierno no realizará una persecución sistemática «contra nadie, no voy a estar peleando con Bolsonaro, porque mi mandato es para pelear contra el hambre (…) no quiero dar la idea de que habrá una persecución».
DEMOCRATIZAR COMUNICACION
Durante las casi dos horas de conversación ayer en el Planalto Lula prometió realizar encuentros frecuentes y respetuosos con la prensa , retomando una rutina de sus dos primeros mandatos entre 2003 y 2010. Junto al presidente estaban su esposa, Rosángela «Janja» Silva y el ministro de Comunicación Social, Paulo Pimenta, un diputado identificado con la batalla por la democratización de información y crítico de las corporaciones privadas de noticias.
AMNISTIA,NO
De larga militancia en el PT , la socióloga «Janja» es una suerte de ministra sin cartera , a quien su marido le confió misiones importantes como organizar los festejos de la toma de posesión del primero de enero y establecer diálogo con los movimientos sociales, pueblos originarios y la población afrodescendiente. «Janja» fue una de las personas más aplaudidas el miércoles durante la toma de posesión de las ministras de Pueblos indígenas, Sonia Juajajara, y de Iguladad Racial, Anielle Franco, hermana de la concejala asesinada en Río de Janeiro por dos expolicías.
En ese evento, una de las consignas coreadas fue «Sin Amnistía», la misma gritada por miles de petistas que ovacionaron al mandatario el primero enero al recibir la banda presidencial. Esa consigna resume el reclamo de investigar, juzgar y condenar a Bolsonaro y sus ministros por los crímenes cometidos entre 2019 y 2022, como el genocidio de indígenas amazónicos o los cientos de miles de pacientes con Covid fallecidos por el boicot a las vacunas. A partir de este domingo el reclamo por justicia también se aplica a los responsables del intento de golpe.