El Congreso de España está convocado para el 27 de septiembre, donde Alberto Núñez Feijóo, se presentará para ser presidente del gobierno.
Las urnas han dejado un parlamento donde ninguno de los dos bloques tiene mayoría absoluta, la cantidad de diputados son 350, es decir, para ser gobierno se necesitan 176 diputados.
El PP y Vox suman 170 legisladores. Núñez Feijóo ganaría dos diputados más con UPN (Unión del Pueblo Navarro), cuyo apoyo tienen garantizado, y Coalición Canaria. De mantenerse estos números, no llegaría a la mayoría y, se podría presentar Pedro Sánchez, con el llamado bloque de la investidura de 2019 -PSOE, Sumar, ERC, Bildu, PNV (Partido Nacionalista Vasco) y BNG (Bloque Nacionalista Gallego) – que alcanzaría 171. Por eso, sería necesario el apoyo expreso de Junts per Catalunya con sus 7 diputados para la reedición del Gobierno de coalición.
Para entender las alianzas que se suceden en España hay que tener presente dos ejes tradicionales que son: a) partidos de izquierda y derecha, pero a eso le deberíamos agregar el esquema nacional, podríamos poner b) nacionalismo español, catalán, vasco y con menos peso gallego. Y me animaría a afirmar un eje psicológico, que luego de lo que sucedió con el referéndum del 1 de octubre del 2017 generó una imposibilidad de diálogo entre determinados partidos políticos.
En las elecciones del 23 de julio 2023 para constituir las cortes generales, los partidos de derecha ganaron; pero el problema se da, en que los partidos de centro derecha, o derecha nacionalista vascos y catalanes (Junts per Catalunya y PNV) no le darán sus votos al Partido Popular. Situación que, históricamente se los daban con alguna negoción previa. La antigua Convergencia i Unió (CiU de Pujol, y el PNV) no tenían problema en apoyar la investidura para un gobierno del PP, situación que hoy es imposible. Debido a ello, si el PNV apoya al PP, seria apoyar a Vox y dicha situación generaría un gran descontento en el pueblo vasco. Por otro lado, el contrincante más combativo que tienen para formar gobierno es Carles Puigdemont (de Junts) donde necesitan 2 de sus votos y 5 abstenciones o los 7 votos.
Es de destacar que Puigdemont con solo 7 diputados y en el exilio, tenga tanta preponderancia en la negociación. La gente del Partido Popular tuvo un acercamiento a Junts, para negociar el apoyo. Además, el presidente Sánchez envió a la vicepresidenta Díaz a una reunión con Puigdemont. Me interesa recalcar que “el cabildo o la casta” en las democracias occidentales sigue teniendo más peso que la gente en la calle. Es decir, que 7 diputados que apoyen al PSOE pueden lograr más concesiones que un pueblo manifestándose y reclamando durante más de 10 años. Después los políticos tradicionales se preguntan de dónde salen los mesías iluminados en la política.
Volviendo al tema. Puigdemont milita desde muy joven, es periodista, por ello, sabe usar muy bien los medios que repercuten en la sociedad; ahora posee una oportunidad de oro que le dio la aritmética parlamentaria. Ello lo llevó a dar una conferencia el 5 de septiembre donde explicitó tres condiciones claves: La primera, exige que el Estado español reconozca la «legitimidad» del independentismo catalán. Esta solicitud va más allá de una mera admisión de la existencia de fuerzas independentistas en Cataluña, ya que busca que se reconozca la legitimidad de sus objetivos políticos. La segunda, reclama una amnistía para los líderes independentistas enjuiciados por su participación en el referéndum de independencia de 2017, pero también llega a los 50 procesos judiciales y todas sus ramificaciones, con 3.500 represaliados.
Hay 44 condenados, 6 exiliados, 56 investigados por el Tribunal de Cuentas, 32 altos cargos de la Generalitat investigados por el referéndum, 18 investigados por la creación y gestión de webs, 24 bomberos investigados, 18 maestros investigados con la causa archivada y 712 alcaldes bajo el punto de mira de la Fiscalía, de los cuales sólo 12 continúan con las causas abiertas y sólo a uno se le ha condenado, al alcalde de Agramunt y exconseller, Bernat Solé. La tercera, un referéndum pactado.
El expresident Puigdemont tiene muy en claro la posición privilegiada actual para negociar, sabiendo además que su partido político contrincante (Esquerra Republicana – ERC) viene desgastada por el gobierno central debido a las dificultades de negociar y de concretar que hace el PSOE. Ahora le toca a Junts y Puigdemont, que deben entrar al fango de las negociaciones y salir de su espacio de comodidad donde juzgan desde el atril.
De no negociar y ponerse en una actitud intransigente, llevaría a ir a nuevas elecciones generales y sería como abrir la caja de pandora, en el 23-J muchos ciudadanos prefirieron sus vacaciones antes que votar, y de repetirse se corre el riesgo que los 7 votos de Junts no sean necesarios porque se podría dar otra aritmética.
Josep Puig Bóo, President mutual catalana