Desde Roma

Las tensiones de estos más de dos años de pandemia y la guerra en Ucrania han hecho que los italianos estén más tristes y melancólicos que nunca. Temen una tercera guerra mundial y no quieren hacer algún esfuerzo para cambiar la propia situación o el país, según el 56° Informe Censis, una investigación realizada por el Centro de Estudios de Inversiones Sociales, un prestigioso instituto italiano de investigaciones socio-económicas fundado en 1964.

El “Informe Censis sobre la situación social del país” detalla las cosas que más preocupan a los italianos y que vinieron a la luz a través de encuestas realizadas por los investigadores a distintos niveles. Aparte de la inflación que ha crecido notablemente (en el último año fue del 11,8% cuando en el 2019 estaba al 0,6%), y que ha influido negativamente en salarios y jubilaciones, el tema energético preocupa mucho sobre todo ahora que ha llegado el invierno.

Uso limitado de la calefacción

Italia ha perdido buena parte del suministro de gas que compraba a Rusia a causa de la guerra en Ucrania. Y aunque ahora se están negociando y se han concretado algunos acuerdos con países africanos para la compra de gas, el invierno ha hecho que las regiones tuvieran que limitar la cantidad de horas permitidas para que cada edificio o casa pueda usar la calefacción. El país ha sido dividido en seis zonas según las temperaturas que normalmente tienen en invierno. La ciudad de Roma, por ejemplo, está en la zona D, y puede tener encendida la calefacción del 14 de noviembre al 7 de abril durante 11 horas al día. Pero a veces las once horas no alcanzan para calentar una casa, y por eso mucha gente ha comprado estufas eléctricas.

Pero el límite de horas no se puede esquivar, sobre todo porque el precio del gas es altísimo y aumentar el consumo significaría un aumento de las boletas que no todas las familias pueden afrontar. Por otro lado se podría incluso llegar a una escasez de gas si hay un exagerado consumo.

Y sobre las diferencias en materia de salarios, la investigación demostró que la gente odia los privilegios que los ricos reciben hoy, en esta situación de crisis. Para el 87% de los italianos, la diferencia entre los salarios de los dirigentes y de los empleados es excesiva e insoportable, así como los privilegios que ellos tienen en las empresas como las indemnizaciones millonarias, el uso de aviones privados y otros privilegios.

En algún momento de la crisis generada por la pandemia se habló de la necesidad de que los millonarios aportaran parte de sus beneficios para ayudar al estado a financiar la crisis. Pero después quedó en la nada. Según una investigación de Oxfam (Comité Oxford para disminuir el Hambre, organización nacida in Gran Bretaña en 1942, para llevar alimentos a mujeres y niños extremados por la Segunda Guerra), entre 2020 y 2021 el patrimonio de los súper ricos creció un 56%. Los 40 millonarios más ricos de Italia poseen la riqueza equivalente a la del 30% de los italianos más pobres, es decir a la de 18 millones de personas adultas, según Oxfam.

La inseguridad y el miedo a la guerra

Según el Censis, el 81% de los italianos tienen miedo de que pueda estallar la tercera guerra mundial mientras el 59% tienen miedo de que los países recurran al uso de una bomba atómica y el 58% tiene miedo de ser convocado eventualmente para combatir en esa guerra.

Pero lo que es peor es que el 66,5% de los italianos se siente inseguro de vivir en este país. Este porcentaje era de 10 puntos menos en 2019, antes que comenzara la pandemia.

Tratándose de un país que tiene el más alto nivel en Europa de personas con más de 65 años (el 23,5% de las población en 2021), el tema inseguridad se ve agudizado porque los ancianos tienden a sentirse menos seguros en general. Pero según la investigación, esa inseguridad se ha difundido aún más. El 65% de los italianos, en efecto, se siente inseguro mientras en 2019 eran el 55,5%. Y los miedos y la inseguridad giran en torno a distintos puntos: el riesgo de no ser autosuficientes, el riesgo de llegar a ser víctima de algún crimen (el 51,7% de la población lo piensa), el riesgo de no poder contar con el dinero suficiente para mantenerse después de la jubilación (47,7% ) y por supuesto, el miedo de poder perder el trabajo (47,6%).

Aunque estos miedos están presentes, el Censis precisó en su investigación que en los últimos 10 años Italia sin embargo ha mejorado notablemente el control del crimen, habiendo disminuido los asaltos, los robos en las casas y de autos. En cambio han aumentado otros crímenes: las violencias sexuales, las extorsiones y las estafas informáticas.

Apatía reinante

En Italia se ha verificado un aumento de la “tentación a la pasividad”, dice el informe, que afecta ahora al 54,1% de los ciudadanos. Cuatro de cada cinco personas no quieren hacer sacrificios para cambiar algo en su vida o en el país. Por ejemplo, el 36,4% dijo que no le interesa más hacer sacrificios en la propia carrera o para ganar más dinero.

El desinterés de los ciudadanos por los problemas sociales, económicos o políticos que tiene el propio país, es grave para el crecimiento de una sociedad. Y al parecer tanto la pandemia, como la crisis generada por la guerra, han aumentado ese desinterés.

Y la prueba más evidente fueron las últimas elecciones parlamentarias que se hicieron el pasado 25 de setiembre. El primer partido que se clasificó en esas elecciones no fue el de la actual primera ministra Giorgia Meloni, Fratelli d’Italia (primero entre todos los partidos políticos con el 26% de los votos) sino el “partido” de los no votantes, de los que se abstuvieron, de los que votaron en blanco y que han dejado una profunda cicatriz en la historia de la República italiana nacida después de la Segunda Guerra, destacó el informe. Unos 18 millones de personas, es decir casi el 36% de los que tenían derecho a votar (en Italia el voto no es obligatorio), esta vez no lo hicieron. En las elecciones políticas de 2018, el porcentaje de votantes había sido del 73% mientras en las elecciones de setiembre pasado votó solo el 64%. «Se ha manifestado así una retracción silenciosa de los ciudadanos perdidos por la República”, concluyó el Censis.