La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, cumple este viernes su primer año de mandato con varios desafíos pendientes mientras se empeña en sacar adelante su cruzada contra la violencia, un mal endémico en el país. Al tomar las riendas del país el 27 de enero de 2022, la esposa del derrocado mandatario Manuel Zelaya (2006-2009) prometió refundar el Estado con una campaña contra las mafias y la inseguridad, así como mejoras en educación, salud y empleo, problemas que estimulan la emigración hacia Estados Unidos de unos mil hondureños cada día.
Castro se convirtió en la primera mujer en ganar la presidencia y encabeza el primer gobierno de izquierda en la historia de Honduras. Ganó en primera vuelta con el 53,2 por ciento de los votos en una elección que contó con la mayor participación en la historia del país, en torno al 70 por ciento. En su primer año de gobierno se registraron avances en «el saneamiento de las finanzas del Estado y el rescate de los bienes públicos secuestrados en manos privadas», dijo Castro días atrás en Buenos Aires, al participar de la VII Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Del autoritarismo a la democracia
Xiomara Castro tuvo un inicio de gobierno turbulento debido a una crisis al interior del partido Libertad y Refundación (Libre), fundado en 2011 por Zelaya, destituido por el golpe de Estado de 2009. El hecho generó consecuencias en el Congreso Nacional al producirse dos juntas directivas de debates simultáneos y en lugares diferentes.
Ese escenario de incertidumbre se extendió varios días y fue el resultado de desacuerdos en el partido de gobierno cuando un grupo de 20 diputados desconoció un compromiso de campaña que le daba al Partido Salvador de Honduras (PSH) la presidencia del Congreso y decidió asumir esa instancia, negociando con el Partido Nacional (PN), que gobernó el país en los últimos 12 años. La crisis finalmente superada fue solo una muestra de la disputa por el poder que atraviesa al país.
Después de Haití y de Nicaragua, Honduras es el país independiente más pobre de América Central e Insular, con más de la mitad de la población más allá de la línea de la pobreza, según datos de la Comisión Económica para América latina y el Caribe (Cepal). Es además uno de los países más violentos de la región, particularmente para las mujeres.
A pesar de los retos pendientes, como la promesa de construir hospitales, el sociólogo Marco Tinoco resaltó que en este primer año hubo «una transición de un régimen autoritario a un régimen democrático, o a mayores niveles de democracia» con avances en la estrategia anticorrupción. «El gobierno ha venido implementando medidas extremas para enfrentar el delito de la extorsión, muy extendido en Honduras. La ciudadanía valora positivamente que se estén implementando estas medidas, porque ve alguna mejoría», señaló el profesor de la Universidad Nacional.
Por su parte el presidente del influyente Consejo Hondureño de la Empresa Privada (Cohep), Mateo Yubrín, dijo que sabía anticipadamente que «este primer año iba a ser muy difícil para la nueva administración». «Desde el sector privado vamos a esperar y exigir resultados a partir del inicio del segundo año», indicó el jefe de la Cohep, quien señala que se necesita «un gobierno más ágil, que tome decisiones rápidas».
La violencia de las pandillas
Cumpliendo una promesa de campaña, Castro suscribió el 15 de diciembre en Nueva York un acuerdo con la ONU para crear la Comisión Internacional Contra la Corrupción y la Impunidad (CICIH). Esta iniciativa, una suerte de Fiscalía paralela destinada a combatir los delitos y las mafias inspirada en una entidad similar que operó en Guatemala entre 2007 y 2019, fue aplaudida por Estados Unidos.
Además, la presidenta decretó el seis de diciembre un estado de excepción para combatir a las pandillas en Honduras, atendiendo el clamor ciudadano de seguir el ejemplo de su par salvadoreño Nayib Bukele. El controvertido mandatario desplegó una política de acorralamiento a las temidas bandas criminales con el arresto, sin orden judicial, de unos 60 mil presuntos pandilleros. Sus métodos reciben el respaldo mayoritario de los salvadoreños, pero son cuestionados por organismos de derechos humanos.
«La derecha no descansa»
El 55 por ciento de los hondureños aprueba la gestión de Xiomara Castro, mientras que el 32 por ciento la desaprueba, según un sondeo reciente de la encuestadora Cid Gallup. La primera presidenta de Honduras consideró este martes, en la cumbre de la Celac, que la región vive «un momento critico» en el que «la derecha no descansa» y mantiene una «agresión permanente» contra los pueblos de la región.
«La derecha no descansa. Cínicamente hablan de desarrollo y planifican golpes de Estado. A través de su maquinaria mediática, el boicot económico y la persecución política, el lawfare, mantienen una agresión permanente contra nuestros pueblos», subrayó Castro. A su juicio, esa derecha es la principal responsable del despojo de los recursos naturales y el deterioro del medio ambiente.
«Desde el Río Bravo hasta la Patagonia estamos librando una batalla común contra el neoliberalismo, que a su paso solo ha dejado pobreza, hambre y miseria», afirmó Castro durante la cumbre celebrada en Buenos Aires.