El gobierno colombiano y la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) firmaron un acuerdo de cese al fuego nacional y temporal de seis meses en Cuba, un país que ha desempeñado un papel clave en estos diálogos a pesar del costo político y económico que le supone hace décadas. La Habana fue la sede del tercer ciclo de la Mesa de Diálogos de Paz, que se inició el dos de mayo en La Habana por iniciativa del presidente Gustavo Petro. Ya había motorizado otros contactos entre las partes hasta la congelación de las negociaciones en 2018, una decisión del entonces presidente colombiano Iván Duque (2018-2022) tras un atentado del ELN.
«Un acto de injusticia diplomática»
Para el presidente de Cuba Miguel Díaz-Canel, de activa participación en el último acuerdo, es la oportunidad de que Estados Unidos saque a su país de la lista de países que «patrocinan el terrorismo». Su par Gustavo Petro le agradeció a Cuba las décadas de hospitalidad para la paz de Colombia y calificó su inclusión en la lista de países patrocinadores del terrorismo como «un acto de injusticia diplomática profunda».
Petro dijo que en un encuentro reciente le pidió al presidente estadounidense Joe Biden que revea la inclusión de Cuba como país patrocinador del terrorismo ya que «ese fue un acto de injusticia que debe ser enmendado». Cabe recordar que el expresidente Barack Obama había quitado a Cuba de la lista en 2015, pero Donald Trump volvió a colocar al país en 2021. Lo hizo argumentando la negativa cubana a entregar a Colombia a los negociadores del ELN, pese a la solicitud de extradición del expresidente Iván Duque.
El negociador jefe del ELN Israel Ramírez, alias «Pablo Beltrán», considera «muy meritorio que Cuba haya mantenido una posición de principios» al «exigir que los acuerdos se cumplan». Beltrán recordó que la isla lleva «desde los años 90» facilitando los contactos entre el gobierno de Colombia y la organización guerrillera.
Desde 1998, la isla ha participado como país garante e incluso como sede de conversaciones con las guerrillas colombianas con el objetivo de poner fin al conflicto armado. Ese año el expresidente Andrés Pastrana hizo los contactos con el ELN con el fin de discutir una zona desmilitarizada en las regiones de Sur de Bolívar y Magdalena Medio e instalar allí los diálogos formales. El proceso no llegó a buen puerto especialmente por la movilización de grupos paramilitares en esa zona.
Los gobiernos venideros siguieron intentando un acercamiento, pero todos los intentos fueron en vano. El expresidente Iván Duque se opuso a cualquier tipo de diálogo y criticó los acuerdos llevados adelante por su antecesor, Juan Manuel Santos, quien logró un acuerdo con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el grupo insurgente más poderoso del país. Santos llamó al diálogo en 2012 y los acuerdos se firmaron recién en 2016.
Rumbo a los «acuerdos de paz»
Desde que asumió en agosto de 2022, Petro puso el énfasis en el diálogo con los grupos insurgentes que todavía operan en Colombia, promoviendo la asistencia y la participación de las comunidades con mayor grado de violencia y las extensas plantaciones de coca, así como una diplomacia amistosa hacia Cuba y Venezuela, países que colaboran con Colombia en estos diálogos.
El viernes pasado en La Habana se anunció el cese del fuego «bilateral, nacional y temporal», que implica que el ELN no recurrirá a las armas y no habrá persecución del Ejército de Colombia. Los «acuerdos de Cuba» sientan un compromiso para el cese al fuego por seis meses y también medidas para que los miembros de esa organización puedan moverse libremente.
Este cese al fuego contempla una primera fase de alistamiento, hasta el seis de julio, en la que se dará la orden de detener las ofensivas y que se oficializará el tres de agosto por 180 días, es decir que Colombia disfrutaría del cese de enfrentamientos entre el Estado y el ELN durante lo que resta del año. Se trata del alto el fuego más largo que acordaron hasta la fecha el gobierno de Colombia y el ELN, que no consiguieron finalmente incluir explícitamente un cese de hostilidades como el secuestro o el reclutamiento de menores.
«El mundo de las armas y de matarnos entre todos desde hace décadas debe cesar. La violencia que vivimos por generaciones, de la que hemos hecho parte pero hemos intentado superar, nos dice que no nos hemos podido construir como nación», alegó Petro durante la clausura del tercer ciclo de negociaciones en La Habana. Luego de estas conversaciones, la mesa de diálogo entre los emisarios colombianos y de la guerrilla ingresan en una cuarta etapa que se llevará a cabo en Venezuela, donde se inició la negociación, que se vio frustrada por los ataques del ELN a soldados colombianos en la localidad rural de Catatumbo, donde murieron nueve uniformados.