El presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo este martes en España que confía en poder cerrar el acuerdo comercial entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur y reiteró la necesidad de negociar para ponerle un freno a la guerra entre Rusia y Ucrania. Lula, quien llegó el martes a España desde Portugal para concluir su primera gira por países de la UE desde su retorno al poder, se reunió con el presidente del gobierno español Pedro Sánchez en el Palacio de la Moncloa en Madrid.
En julio España asume la presidencia rotativa de la UE y Brasil la del Mercosur, y Lula y Sánchez dijeron que esta coincidencia debería ayudar a cerrar de una vez el tratado comercial entre los dos bloques. «Brasil y España compartimos que el acuerdo es la piedra fundamental para estrechar las relaciones entre la Unión Europea y los países que conforman el Mercosur. Europa necesita aliados», dijo Sánchez.
El presidente socialista español le dijo a Lula que existían «pocos argumentos» para estar en contra de este acuerdo con el Mercosur (que también integran Argentina, Paraguay y Uruguay) y este año había una oportunidad «única» para sellarlo. Lula, por su parte, subrayó que algunos términos del acuerdo a los que había dado el visto bueno el gobierno de su antecesor Jair Bolsonaro eran «inaceptables» para Brasil, pero confiaba en que, con la ayuda de Sánchez, eso pudiera enmendarse.
«Con la presidencia española de la UE podemos tener la posibilidad de cerrar este acuerdo», dijo Lula, quien sentenció: «Alguien tiene que cerrarlo». El rey Felipe VI le ofreció luego al presidente un almuerzo de honor en el Palacio de la Zarzuela, antes de su retorno a Brasil.
Las idas y vueltas del acuerdo
Las negociaciones por el acuerdo UE-Mercosur se completaron en 2019 tras más de 20 años, pero la ratificación del pacto se estancó en el bloque de 27 naciones europeas. El acuerdo supondría la integración de dos mercados con un total de 800 millones de personas, cerca de una cuarta parte del PBI mundial y más de 100 mil millones de dólares en comercio bilateral de bienes y servicios. También reduciría los aranceles aduaneros y facilitaría el acceso de los exportadores agrícolas al mercado de la UE y de los fabricantes europeos a los países del Mercosur.
La demora en su ratificación se debió, en parte, a las preocupaciones de la UE sobre la deforestación de la selva amazónica en Brasil durante el mandato de Bolsonaro, un escéptico del cambio climático. El exmandatario de extrema derecha destituyó y recortó poderes a funcionarios ambientales, y alentó la extracción ilegal de oro y el agronegocio en áreas indígenas, lo que resultó en un aumento en la deforestación a su ritmo más rápido en dos décadas.
La reelección en octubre pasado de Lula, que en enero asumió su tercera presidencia en Brasil con una agenda ambientalista, entre otras cosas, disipó esos miedos, según dijeron funcionarios españoles. Los temores de algunos países europeos a ver perjudicada su producción también son obstáculos para la aplicación del acuerdo UE-Mercosur.
El presidente francés, Emmanuel Macron, advirtió este año que el acuerdo «no sería posible» si los países del Mercosur no respetaban las mismas limitaciones medioambientales que los europeos. Los agricultores europeos temen que entren en el mercado más productos agrícolas sudamericanos, y alegan que tienen normas de producción menos estrictas.
«Grito paz como si estuviera solo en el desierto»
El viaje de Lula a Portugal y España también era seguido con atención por sus recientes declaraciones sobre la guerra entre Ucrania y Rusia que habían generado rechazo en Kiev, Washington y otros aliados ucranianos. Junto a Sánchez, el presidente brasileño insistió en que Rusia y Ucrania tienen que negociar la paz y no «sirve de nada decir quién tiene razón» en el conflicto, que provocó un aumento global del precio de los alimentos y los combustibles.
«Nadie puede tener duda de que los brasileños condenamos la violación territorial de Rusia contra Ucrania. El error sucedió, la guerra empezó», dijo Lula. Sin embargo, «ahora no sirve de nada decir quién tiene razón, quién está equivocado. Ahora lo que hay que hacer es parar la guerra«, agregó el líder de izquierda, expresando su frustración por lo poco que se habla de paz. «No hay nadie que diga paz salvo yo, que grito paz como si estuviera solo en el desierto», sostuvo Lula.
Sánchez, en cambio, pidió tener presente que el conflicto arrancó con la invasión rusa en febrero de 2022. «En esta guerra hay un agresor y hay un agredido: el agresor es (el presidente ruso, Vladimir) Putin y el agredido, en este caso es un pueblo que lo único que hace es luchar por la integridad territorial, por su soberanía nacional y por su libertad», afirmó el presidente del gobierno español.
A principios de este mes, Lula dijo que tanto Ucrania como Rusia habían decidido ir a la guerra y que EE.UU. y la UE, con sus entregas de armas a Kiev, estaban estimulando la confrontación, lo que provocó fuertes reproches de ambos. Estados Unidos lo acusó de «hacerse eco de la propaganda rusa y china», y Ucrania lo invitó al país para «comprender las causas reales y la esencia» de la guerra.